Capítulo XXIX: El pasillo de las memorias pérdidas

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Stiles despertó dando un fuerte jadeo, como si hubiera estado ahogándose por mucho tiempo, y al fin pudiera respirar. Miró alrededor, esperando encontrarse aun en la sala de los Yukimura, pero lo que vio fue otra cosa.

—¡¿SCOTT?! —preguntó

Miro alrededor, reconocía ese lugar, Eichen House. Una de las habitaciones, se levantó de la cama la cual crujió, dio una vuelta por sí mismo.

¿Por qué estaba allí?

—Tres elegidos por la oscuridad... su destino se sellará, cuando la sangre del primero la blanca nieve teñirá... Uno escapará... uno será encontrado... otro morirá

Se giró al escuchar la voz, y oyó el crujido de la puerta al abrirse... solo que él no se había movido. «Puede sentirse real, pero no lo es» se recordó, dando un paso fuera de la habitación, y encontrándose en el pasillo.

Había distintas habitaciones, pudo notarlo mientras caminaba por el mismo. Mientras lo hacía, pudo escuchar susurros que salían de las puertas. Frunciendo el ceño, se detuvo frente a una, viendo que en donde debería de ir el nombre del paciente había una palabra: Culpa.

Su mano se alzó hacia la puerta antes de poder evitarlo, y la voz de Noshiko llegó a su cabeza:

Habrá otros recuerdos que intentarán distraerlos, pero deben mantenerse firme en encontrar a Lydia —Pero... ¿Qué significaba culpa? ¿Por qué esa puerta le llamaba poderosamente la atención?

Quizás... quizás si tuviera que ver con Lydia... quizás le ayudaría a entender que estaba sucediendo.

Antes de poder pensar racionalmente, abrió la puerta, dando un paso al interior, ante la luz cegadora.

Se colocó la mano frente al rostro ante la luz, cuando escuchó una serie de voces en el interior:

Stiles... mi dulce niño... —Stiles parpadeó, mirando ahora alrededor, no estaba en Eichen House más. Reconocía esa habitación del hospital, el olor familiar que coloreo en su nariz, escucho el sonar de las maquinas conectadas a la mujer de la cama.

Una mujer que no había visto desde que era pequeño. Claudia. Su madre.

Sus ojos se humedecieron ante su visión, tenía el cabello café, largo hasta más allá de los hombros. Los ojos achocolatados y dulces, la extrañaba, no había día en el que no la extrañara.

Dando un paso hacia ella, vio la imagen con mayor claridad, una pequeña versión de él estaba acostada, durmiendo en la cama, su cabeza apoyada contra la misma, su cuerpo sentado en una de las sillas de hospital.

Su padre no estaba, seguramente se encontraba en el trabajo. Y su madre acariciaba una y otra vez el cabello de la pequeña versión de él.

Una suave melodía entonaba, una que no podía entender, pero que le trajo tanta calma como paz.

—Mamá... —susurró, dando otro paso dentro

La mujer no le veía, sabía que no lo haría, eso era un recuerdo, nada más. «Puede parecer real, pero no lo es» se dijo

Stiles... mi dulce niño... —continuo ella—, se que será difícil de entender por un tiempo, pero lo que siempre he querido hacer, es protegerte... protegerte de mi familia... de lo que estarías destinado a ser.

Stiles frunció el ceño

No puedes culparte por esto, y debes cuidar a tu padre, a él le costará aun más entenderlo —su madre continua, acariciando el cabello de su hijo—, serás un chico grandioso, y siento no poder estar ahí para cuando suceda. Te quiero Stiles, estoy orgullosa de ti, estoy orgullosa del hombre en el que te convertirás.

Despierta | Teen Wolf #5|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora