Capítulo 15

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Llegamos al lugar donde la doctora había dejado cosas que desconocía en manos de su hermana.

Buen día. —Me sonrió  una señora de unos treinta años quizás, piel blanca, con cabello negro y un poco alta.

Raquel y yo respondimos a su saludo.

Soy Joseph. Le extendí mi mano.

Raquel. Ella repitió el acto.

Es un placer, soy Johana. Me miró por unos segundos. —Sé por lo que vienes, adelante. Nos hizo pasar y se me hizo algo extraño que ella supiera cosas acerca de esto.

Llegamos a la sala y tomamos asiento, Raquel movía sus piernas nerviosa tal vez y observaba todo el lugar, tomó una foto que estaba sobre una mesita y sonrió.

Que linda es su hija —le dijo.

Johana la observó por un momento y sonrió de lado.

Era... bueno, es mi sobrina —respondió. —Aquí está por lo que ha venido.  —Me entregó una caja mediana, miré a Raquel y ella pareció entender que debíamos ver su contenido en otro lugar.

Por mí no se preocupe, lo sé perfectamente todo. Me miró. —Sé toda la verdad.

Desvié mi mirada al piso. —Lo siento mucho —le dije.

Mi hermana era una mujer trabajadora, inteligente, buena. nos miró a ambos. —Ella era muy buena, si tomó todas estas decisiones fue porque tuvo sus razones.

Le borró la memoria a mi amigo Raquel intervino.

Me dejó una carta en un lugar que pasaba desapercibido, quizás creyó que jamás la encontraría, en ella me explicaba todo esto y supe comprender. Se miró las manos. —El dinero que ella obtenía por causa de todo esto, era para una operación sumamente costosa y arriesgada, su hija padecía de cáncer. Hizo un gesto refiriéndose a la niña de la foto. —Pero murió antes de tiempo. Sus ojos estaban intactos, sin rastros de lágrimas, solo un eje de suma tristeza. —Su impotencia al saber que todo lo que hizo fue en vano, la llevó a contarte la verdad, ella solo quería salvar a su hija.

Miré a Raquel y ella bajó la mirada, recordé las palabras de ella en aquel bar.

—"Por nuestros hijos, somos capaces de lo que sea"

No la juzgo. La miré. —Todo estará bien. Le dije.

Me levanté del asiento y Raquel hizo lo mismo, llegamos a la puerta y me despedí.

El amor siempre saca lo mejor y lo peor de nosotros, su hermana actuó por amor, por su hijale dije y ella rompió en llanto, salimos de aquella casa y enseguida subimos al auto.

Clara se aprovechó de esto —dijo Raquel mirando a la nada. —de la preocupación de esa mujer.

Nada de lo que ella hizo me sorprende, a estas alturas con lo que sabes de ella, tampoco debería sorprenderte —le respondí. Puse en marcha el auto y nos dirigimos a un parque que no estaba tan lejos.

Antes tomé el celular y llamé a Margareth.

¿Cómo están? le pregunté.

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