En el ascensor con un dios griego.

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Verano

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Me estaba empezando a preocupar. ¿Dónde estaba? ¿Por qué nadie venía a por mí? Estar sola a oscuras en alguna parte de un hospital nunca fue mi mayor sueño. Y aún estando en esta situación no pensaba en nada más que en Álex. ¿Por qué había una rubia en su habitación? Me había engañado, y esta respuesta me mataba lentamente.Tenía novia, me había mentido y utilizado como todos decían. Lo peor era que yo no había podido parar de quererle. Estaba harta de esto así que me levanté del frío suelo dispuesta a olvidarle, dispuesta a no hacerle caso, a no dejarme llorar por él. Cogí mi móvil y puse la linterna, intenté poner una sonrisa. Me sentí más valiente y caminé por el garaje fijándome en las indicaciones. Ya no estaba asustada. Por fin, encontré la salida y caminé hacia el ascensor. No recordaba la planta que era pero puse la tercera sin saber muy bien que hacer. El ascensor subió hasta que se paró y sus puertas se abrieron. Muy a mi sorpresa y pesar apareció Mario con gesto preocupado.

-Sandra, tenemos que hablar- me dijo sin dejarme salir.

-¿A qué vienes? ¿A reirte de mi? ¿A decirme que he sido tonta por creer en él? Mario, no necesito que vengas tú a joderme más. Ya sé que he sido tonta y ya tengo muy baja la autoestima para que encima vengas a bajármela más- le respondí casi llorando, estaba descargando toda mi rabia en él. No mostró ningún gesto de irse así que lo intenté yo. No me dejó pasar, me sujetó del brazo y nos llevó a los dos dentro del ascensor. Mi estómago dió un vuelco como siempre que me tocaba, y que siempre reprimía. Me dejé caer al suelo del ascensor y entonces un estruendo me hizo estremecerme. Me levanté corriendo y vi la gran sonrisa de Mario triunfante. Le miré confundida y fue cuando me di cuenta de que había parado el ascensor. Estaba en un espació de apenas 2 metros cuadrados con una persona que me odiaba y era insoportable.

-¡¿Se puede saber por qué estúpida razón has hecho eso?!- le grité enfadada.

-Sandra, deja de gritarme- me dijo calmado.

-¡¿Cómo no voy a gritarte si me acabas de encerrar en un ascensor para no se qué y con un tío que es irremediablemente insoportable y al que odio?!-le grité sin creerme lo que estaba pasando.

-¡Sandra por el amor de Dios, cálmate!- me gritó tan fuerte que me asusté. Me quedé paralizada un segundo y sonrió triunfante. Este chico era perfecto, ¿por qué tenía que ser guapo y odiarme tanto? Su sonrisa desapareció y me miró apenado.

-¿De verdad me odias?- me dijo.

-¿No me odias tú a mi?

Se acercó a mi hasta que mi espalda tocaba la pared del ascensor. Acercó sus labios a los míos. Sentí su aliento. Mi corazón iba a mil por hora.

-Si, tienes razón. Te odio- me dijo y se apartó de mi, dejándome sin aliento. Sus palabras me dolieron.

-¿Se puede saber que te he hecho yo para que me odies?- le dije enfadada recuperando mi ritmo normal.

-La pregunta es qué no has hecho- me dijo.

-Muy bien, ahora que te has desahogado vuelve a poner esto en marcha- dije ocultando el dolor que me habían provocado sus palabras. Se rió.

-Me parece que no entiendes, que no vamos a salir de aquí- se fue hacia una esquina del ascensor. No entendí sus palabras pero pasaba de rayarme la cabeza por él así que me senté en otra esquina del ascensor y empecé a llorar sin poder contenerme más. Mario había conseguido ponerme peor de lo que ya estaba. Mario me tocó el hombro lo que me hizo estremecerme. No se si de odio o de lo que era pero cada vez que me tocaba me sentía diferente.

-Ola k ase- me dijo cuando giré mi cara. Me empecé a reir exagerado al ver la cara que había puesto para decirme esa frase que se había hecho tan famosa en internet. Nos empezamos a reir sin poder parar.

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