La cabaña. Parte 2

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Seguimos en verano

Álex se acercó a mi sigilosamente por la espalda y me rodeó la cintura. Se acercó a mi oído y me susurró dejando correr por mi espalda un escalofrío.

-¿Qué hacías con Carlos? ¿No me estarás engañando?- me dijo intentando parecer enfadado pero sabíamos los dos que era en plan broma.

-No te engañaría, mi vida- le dije mientras me giraba para poder alcanzar su boca. Pensé en lo irónico que parecía diciendo que le engañaría con Carlos ya que era gay aunque solo él y yo lo supieramos. Estaba claro que algún día se enterarían los demás pero no sería por mi culpa. 

-Eso espero, mi amor- sus manos se ajustaron a mi cintura y me levantó del suelo dándome un dulce beso. Yo apenas le llegaba a los hombros.

-Yo también espero que no me engañes nunca. 

-Chicos, basta de cursilerias y vamos a hacer algo- dijo Mario.

-¿Qué quieres hacer?- prreguntó Valeria.

-No sé,¿qué tal esto?- miró con cara de travieso, cojió uno de los cojines y se lo tiró a Álex a la cara. Vi la cara de enfado de Álex, no parecía estar tomándoselo como un juego. Cojió un cojín y me apartó con el brazo, se lo tiró pero le dió a Blanca. Entonces todos empezaron a tirarse los cojines unos a otros y yo no tardé en unirme. 

Me caí al suelo casi dándome en la cabeza con la mesa, por suerte no ocurrió. Cuando me disponía a levantarme vi a Mario tambalearse hacia mi. No me dió tiempo a quitarme de en medio y cayó encima mía. Me provocó un fuerte dolor, porque no es que pesara poco el chaval. No hacía ningún esfuerzo por levantarse lo que me indignaba.

-¿Es que no te piensas levantar nunca?- le grité.

-No- me miró y se rió. La furia me invadió por dentro.

-¡Qué me haces daño, idiota!

-Como si me importase-me dirijió una mirada arrogante.

-Pues debería.

-¿A sí?¿Qué me vas a hacer?

-¡No puedo respirar!- dije intentando parecer angustiada. Me hice la loca incluso hice que me salieran lágrimas y aguanté la respiración para que fuera mas creíble. Asustado, se levantó y ya me quedé agusto. Sonreí fanfarronamente para mis adentros.

-¿Estás bien?- me preguntó preocupado.

-Ahora si- le respondí cortante.

-Perdón, no quería hacerte daño.

-¿Tú pidiéndome perdón? ¿Estamos en un mundo paralelo?- me reí.

-Sí, yo te pido perdón. Me caes mal pero no quiero que te mueras- me extendió la mano con una sonrisa para que me levantara.

-Puedo levantarme sola, gracias y guárdate esas sonrisas para quien te caiga bien- dije levantádome.

-Quizás algún día me caigas bien- me dijo. Yo ya estaba de camino a mi habitación aunque los demás estuvieran en el salón, tenía ganas de un poco de tranquilidad.

Me miré al espejo, estaba como siempre. Me arreglé un poco y no pude aguantar la tentación de probarme esos preciosos vestidos con sus tacones a juego. Me hice un moño de los que solía hacerme para el conservatorio antes de dejarlo y saqué un vestido de los que más me gustaban. Era negro con algunas tachuelas ajustado al cuerpo. Me quedaba bien, curioso que estuviera hecho justo a medida. Los tacones me iban como anillo al dedo, eran negros tambien, bastante altos con plataforma y unas pocas tachuelas. Estuve mirándome unos segundos en el espejo hasta que me decidí probar otro. Era uno rojo ajustado por la parte de arriba de palabra de honor, cuando llegaba a la cintura hacía un volante grande y llegaba por la mitad de los muslos. Llevaba a juego unos tacones negros con plataforma sencillos aunque bastante bonitos. Este también me quedaba bien. Me lo quité y fui al armario cuando oi la puerta abrirse. Yo iba en ropa interior. 

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