Elegancia

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Me desperté gracias al ruido de mi móvil sonando. Era Nico. Me había olvidado completamente de llamarle, con todo lo de mis padres, Mario etc. No sabía que decirle y me empecé a encontrar muy nerviosa.

-¿Sí?- pregunté al teléfono intentando sonar calmada pero conteniendo el aliento.

-¡Sandra, estás bien! Dios pensaba que te pasaba algo. ¿Por qué no has llamado?- me incriminó Nico. Sonaba feliz por escucharme y a la vez triste.

-Lo siento, Nico, he tenido muchas cosas en las que pensar desde que llegué. No he podido llamarte antes.

-Bueno, te lo perdono si vienes a mi casa esta tarde- me dijo convincente. Yo no sabía que decir, no quería ir. No quería tener nada con él y eso se lo tenía que dejar claro.

-Lo siento no creo que sea una buena idea. Yo no quiero ir más allá de la amistad contigo, espero que me entiendas- le expliqué incómoda.

-Ven como amiga entonces, no tenemos por qué tener nada- este chico no se iba a cansar nunca.

-Está bien, me pasaré un rato esta tarde, pero solo un rato. Y ni se te ocurra intentar algo- le dejé claro. Él se rió y me dijo que me tranquilizara con una voz muy enternecedora. Con esto colgué. Estaba decidida de que no iba a estar con nadie de momento.

Decidí ir a ver a Carla a su casa ya que había recibido el alta y la echaba mucho de menos. Además, quería saber si estaba bien o no, estaba muy preocupada.

Llegué a su casa y su primo que encontramos me abrió la puerta. Vaya cambio había pegado desde entonces, mucha mejora he de decir. Me sonrió.

-Supongo que vendrás a ver a Carla, está arriba, te acompaño- me dijo amablemente, era muy observador.

-Muchas gracias, ¿se encuentra mejor?- le pregunté.

-Ella está genial, controlamos todo lo que come y esas cosas. Pero esto está llegando a un punto demasiado alarmante con lo de tu secuestro. Espero que estés bien y no hayas tenido que pasar por lo que pasé yo. Es increíble lo que hacen con la gente, esto tiene que acabar- me explicó mientras subíamos las escaleras hasta la habitación de Carla. No podía estar mas de acuerdo con lo que él me decía.

-Pues sí, tienes toda la razón, está llegando a un extremo que como siga así, acabaremos todos muy mal. Alguien tiene que hacer algo- le dije totalmente de acuerdo con él.

Entramos a la habitación y Carla estaba acostada en su cama pero tenía muchísimo mejor aspecto que cuando la ví por última vez, lo que me alegró. Me acerqué corriendo a ella a darle un abrazo.

-¡Carla que bien que estés mejor, te he echado muchísimo de menos!

-¡Sandra, yo también, no me puedo creer que te secuestraran! ¿Cómo estás?- me dijo sonando preocupada. Yo me senté en la cama a su lado a la vez que ella se incorporaba y que su primo se iba dejándonos solas.

-Estoy bien, gracias a un chico y una limpiadora de la casa no ha sido peor. Ya te contaré. Lo importante es que no vuelva a pasar todo esto. Entre lo de tu hospitalización y mi secuestro está llegando a ser más serio. Tenemos que hacer algo- le dije bajando la voz para asegurarme de que solo ella me oía. Le cambió la cara.

Se acercó a mí y me dijo al oído.

-Sandra, tengo que decirte algo importante. No estoy segura que ni mi casa sea segura- me dijo. No sabía qué quería decirme pero me empecé a asustar.

-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

-¿Te acuerdas del condón que encontramos en el despacho de mi tío y las fotos en las que salía con mi madre y otras mujeres más? - me empezó a decir.

Sólo de DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora