El secuestro

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-¿Qué vamos a hacer con ella?- preguntó una voz que no alcanzaba a oir muy bien ni reconocer.

-No lo sé, ya lo pensaré. Cogedla y llevadla a la habitación de invitados- se rió malvadamente una voz femenina.

Abrí los ojos y me encontré en una sala de estar bastante amplia y decorada con cosas de lujo. Tenía una lámpara colgante en el centro con finos detalles de oro. Se notaba que era una casa de gente de bien ( en otras palabras, ricos). Noté un olor a ternera que me hizo recordar el hambre que tenía y que estaba secuestrada. ¿Pero quién había sido? ¿Y por qué?

Dos hombre corpulentos me cojieron y me llevaron a una habitación que seguía siendo muy lujosa. Empecé a pensar que era todo una broma.

-¿Qué está pasando?- pregunté.

-¡Cállate niña, si no quieres que te de un guantazo!- me gritó.

Me di cuenta de que no tenía pinta de broma y me asusté.

Me hicieron sentarme en el suelo a pesar de que había múltiples sillas, sillones y una cama enorme. El suelo estaba duro y frío y hacía estremecerme. Tenía la boca seca a causa de haber tenido la cinta islante tanto tiempo. Supuse que al dormirme me la habrían quitado. Salieron de la habitación los hombres y me dejaron sola y desatada. Me senté en la cama y me miré en un espejo que había colgado en la pared. Tenía un aspecto horrible y demacrado. Mi pelo estaba hecho un asco a causa del barro que anteriormente lo había manchado y tenía los labios cortados, el maquillaje corrido y la cara magullada. Mis manos tenían marcas rojas y tenía un moratón en el brazo derecho que me molestaba. La puerta se abrió de un golpe y rebotó contra la pared, unos tacones resonaron en el suelo. Se iban acercando a mi y yo me sentía mas asustada y nerviosa. Un perfume muy reconocible llegó a mi nariz y vi un pelo rubio que era inconfundible.

-Fuera de la cama que me la manchas- me gritó Amanda. Rápidamente me bajé al suelo.

-¿Qué es esto? ¿Por qué me tienes secuestrada?

-Tengo dos razones muy importantes. Pero no te las voy a decir ahora, primero vas a cambiarte y quitarte ese barro asqueroso para que no manches mi cara casa y luego comeremos- me espetó desagradablemente.

Me quedé inmóvil en el suelo debido al shock de ser secuestrada por la ex novia celosa y rica de tu novio que pronto pasará a ser ex novio como sigan así las cosas.

-¿A qué esperas? Rápido- me gritó. Entonces me entregó una camiseta de beisbol y unos pantalones. Seguro que era lo mas cutre que tenía en su armario. Normal, a la gente que secuestras no le vas a dar tu mejor ropa. Fui rápidamente a ducharme y lo hice rápido y con miedo.

Amanda me esperaba fuera en la puerta dando toques con su tacón en el suelo y mirando su reloj.

-Has tardado 1 minuto, buena chica, te has ganado una miga de pan mas para comer- sonrió maliciosamente y yo miré para otro lado.

-John, Lear, cogedla de los brazos y vamos para el comedor- dijo.

John fue el primero en cogerme de mi brazo derecho, el fue el que me dijo lo de que no me pasaría nada y Lear fue el que me dijo lo de la bofetada. Estaba claro de que John era el bueno de los dos. Lear apretaba mas mi brazo que John y por fin llegamos al comedor. Era una amplia estancia con muchas mesas repartidas y con sillas de tela fina de marruecos. Me sentaron en el extremo de una de esas mesas y se sentaron ellos. Amanda se sentó y detrás de ella se sentaron una mujer y un hombre con aspecto autoritario y semblante serio.

-¿Es esta la hija de los números 45 y 87?- preguntó el hombre.

-En efecto, papá- dijo Amanda.

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