Cosas que no me esperaba

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Volvía a mi casa frustrada, soltando lágrimas. Estaba preocupada por Carla . Llegué a mi casa y entré.

-Este proyecto se tiene que llevar a cabo, Andrés conquista a esa chica- dijo Paula.

-¿Y qué hago con Laura?- preguntó.

-Déjale- solo pude escuchar esto cuando fingieron que no estaban hablando de eso. Yo intenté parecer que no había escuchado nada y dije.

-Hola- me saludaron amablemente. Andrés y Paula se despidieron y se fueron de mi casa. Me acerqué a mi madre rápidamente.

-Porfavor, llévame al hospital, quiero ver cómo está Carla- dije.

-Claro hija, ve al coche y espérame que voy en nada- obedecí y cogí mi móvil.

Álvaro: No podemos hablar por whatsapp mucho, los padres de Amanda puede que lo detecten.

Yo: está bien, te quiero, adiós.

Álvaro: Y yo mas, un beso.

Álex:¿Estás bien?

Yo: Llevándolo :S.

Iba bajando las escaleras hasta el coche cuando me paré en seco al oir a mis padres hablando.

-Mercedes, no podemos permitir que lo hagan- dijo mi padre.

-¿Y qué quieres? ¿Que nos maten? No tenemos otra opción.

-¿Quién nos va a matar?

-El jefe del proyecto si se entera que le desobedecemos- dijo mi madre.

-¿Quién es?

-Nadie lo sabe, pero el padre de esa chica del instituto de Sandra tiene algunas respuestas y debemos encontrarlas- dijo mi madre. Se empezó a ir y yo corrí hacia el coche, me metí y fingí que llevaba ahí metida mucho tiempo. Entró ella en el coche y me dedicó una sonrisa falsa. Después de unos largos minutos me decidí a hablar.

-¿Por qué?

-¿Por qué qué?- me preguntó confusa.

-¿Por qué te empeñas en hacer tu vida peligrosa y complicada?

-No te entiendo, Sandra- me respondió.

-Sabes perfectamente de lo que hablo- le dije con una voz monótona mirando hacia delante.

-Hija, no lo entenderías, son cosas de mayores- me dijo.

-¿Cosas de mayores? ¡Que escusa mas barata! ¿Como cuándo no podía saber si los hijos venían de las cigüeñas o no? Mamá, ya no tengo ocho años, tengo casi diecisiete y te empeñas en tratarme como si fuera Claudia. ¡Y por eso se fue Amalia de casa!- al soltar lo último me di cuenta de que la había fastidiado. A mi madre le cayeron gotas en el volante.

-Lo siento- le dije.

-Sal del coche, hemos llegado- me dijo sin mirarme a la cara. Salí del coche sin mirar atrás y llegué al hospital. Entré en la habitación de Carla y corrí hacia ella cuando me di cuenta de que estaba consciente.

-¡Carla, por fin estás consciente!- me senté en una silla al lado suya y le sonreí.

-Sandra, me alegro mucho de verte- me sonrió.

-¿Estás bien?- le dije.

-Mejor. Escúchame, Sandra- me dijo bajito para que me acercara.

-¿Qué pasa?

-¿Por qué estoy aquí? ¿Qué tengo?- eso no tenía sentido.

-¿Cómo? ¿Es que no lo sabes? Tenías anorexia y una sobredosis.

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