Vivo peligrosamente.

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Álvaro: Buenos días¿ Vamos juntos a clase?

Yo: Vale :)

Era increíble como un simple buenos días de él me podía alegrar todo el día. No quería dejarle nunca y esperaba que él tampoco quisiera dejarlo. Después de todos mis fracasos en el amor me sentía más vulnerable, frágil y mas fácil de hacer daño. Me estaba enamorando de Álvaro y si pasaba algo caería en una depresión. Pero como ya sabéis mi vida no ha sido nunca sencilla y tengo que decir que tenía mucha mala suerte. Antes si era sencilla pero al llegar a los 12 años el mundo cambia. Como solían decir mis padres: "Estás en la edad del pavo". ¿Porque a quién no le han dicho eso alguna vez?

Me arreglé y todo eso, como me quedaba tiempo pude, por una vez, desayunar tranquila con mi buena amiga la tele. Nada interesante por ningún lado, pero mi aburrimiento no llegó muy lejos ya que vino Álvaro.

-¿Dispuesta para empezar un buen día?- me sonrió desde la puerta.

-Sí- le dije besándole.

-No hay nada mejor que empezar el día besando a tu preciosa novia en la puerta de su casa- me dijo riéndose y acercándome a él.

-Es que vivimos peligrosamente- le dije riendo.

-Con el peligro de que tus padres nos vean.

-No te preocupes por ellos, se van a trabajar antes.

-¿No sabes el dicho de los vecinos?- me dijo riendo.

-Sí, el amor es ciego pero tus vecinos no- le respondí.

-Pues ya está, se lo podrían decir a tus padres-

-Como ya te he dicho, vivo peligrosamente- me reí y él también. Me rodeó con su mano mi cintura y empezamos a caminar hacia el insituto. Había sido un día lluvioso. Aunque para alguna gente eso era día de ser negativo, a mi me encantaba la lluvia y la disfrutaba mas aún si tenía a alguien con quien besarme debajo de ella. Me parecía muy romántica, si, había visto muchas pelis.

No mucho después nos encontramos con Carla y Laura que se vinieron con nosotros. Carla se sorprendió al vernos a Álvaro y a mí juntos. A diferencia de mi, a ella no parecían gustarle mucho los días de lluvia. Tenía unas grandes ojeras y una muy mala cara con aspecto de tristeza y cansancio mezclados con ira.

-¿Estás bien?- le pregunté preocupada.

-Sí, bueno, es que los días de lluvia no me agradan mucho. Anoche no dormí bien-

-¿Y eso por qué?-

-Mis padres murieron en un día parecido y no dormí porque estaba dándole vueltas a lo que hoy vamos a hacer.-me arrastró un poco fuera de el grupo y me dijo-No creo que sea una buena idea, no sabemos quienes son y nos puede pasar cualquier cosa.

-No te preocupes, estuve en esa calle y es una de ricos, muy ricos-

-Pueden hacernos algo-

-¿Prefieres que venga alguien con nosotras?- le pregunté cuando ya me estaba preocupando yo también.

-No hace falta, mejor solas. Vamos a vivir la vida al límite- me dijo sonriente pero su sonrisa parecía falsa, intentaba ocultar la preocupación que escondía.

Entramos en clase, sociales. Ahora se me haría bastante rara la situación después de haber estado en casa de mi profesor y sabiendo que estaba con mi mejor amiga. Todo eso era una locura, mi vida lo era en sí. Laura contribuía bastante a que lo fuera y los demás también, pero yo siempre había tenido un imán para este tipo de cosas.

Esa mañana Andrés parecía otra persona y tenía muy mal aspecto parecido al de Carla. De repente caí en la cuenta de algo. ¿Teniendo el sueldo de un profesor cómo era tan rico? Con esos pocos años no tendría ningún otro trabajo, él mismo dijo que iba todavía a la universidad. Y su madre era imposible que fuera rica porque había sido profesora hasta ahora, al menos que por las noches fuera una puta prestigiosa. Me reí ante ese pensamiento.

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