De quita y pon

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-¡¡¡AAAAAA!!!- oí un grito. Eran las 5 de la mañana y fui a ver de dónde venía. La habitación de mi hermana pequeña, Claudia. Entré corriendo asustada a su habitación y me la encontré llorando en el suelo.

-¿Qué ha pasado? ¿Por qué has gritado?- le pregunté histérica.

-Cre...creo que he visto algo- titubeó muerta de miedo.

-¿Qué has visto?- le pregunté mas histérica aún.

-Un faa....fan...taa....tas..maa- me dijo medio llorando.

-¿Cómo que un fantasma?

-Sí, estaba ahí en el espejo cuando me giré y se fue- titubeó.

-¿Qué?- me puse mas histérica todavía. Se empezó a reir descaradamente.

-Jajajajaj, es broma, solo me había caído de la cama- me dijo burlona. Me enfadé porque de verdad me había preocupado por ella.

-¡No vuelvas a hacer eso! ¡Me habías asustado, castigada!- le grité muy enfadada.

-¿Quién eres tú para castigarme?- me sonrió con arrogancia.

-¡Tu hermana mayor y se lo voy a decir a los papás!

-¿Cómo lo vas a hacer si nunca están en casa? No se preocupan por nosotras.

Este comentario me dió mucha pena. Lo que mi hermana decía era verdad ya que mis padres se pasaban trabajando todo el día y solo venían para cenar, a veces ni siquiera eso. A mi personalmente no me importaba ya que tenía mas libertad pero a veces necesitaba charlas con mi madre. Entendía que para una niña pequeña era mas difícil sobrellevar estas cosas. Me compadecí de ella.

-Si se preocupan, lo que pasa es que tienen que trabajar para que tengamos todo lo que queramos- le dije tiernamente.

-Pero no vienen nunca, me gustaría que fuera como en casa de Allison.

-¿Quién es Allison y qué pasa en su casa?- le pregunté.

-Es mi mejor amiga. En su casa su madre nos prepara chocolate caliente con nubes, en verano granizado, nos propone ideas para jugar, siempre va a todas las cosas que hacemos en el cole y lo que mas me gusta es que cuando se acuesta le arropa con la manta, le da un beso en la frente y a veces incluso le cuenta un cuento.

-Eso también lo puedo hacer yo. Recuerda que si necesitas hablar, quieres que vaya a ver lo que haces o lo que sea ven a hablarme. Y a partir de ahora haré todo eso cuando te acuestes. Ahora duerme un poco mas y te despertaré a las siete- le dije dulcemente. La arropé, le di un beso en la frente y cuando me iba a ir me cogió de la mano.

-Cuéntame un cuento-me sonrió inocente.

-Tienes que descansar, esta noche te lo cuento, ve buscando el cuento.

-Vale, gracias Sandra- me sonrió.

Me fui hacia la puerta y antes de salir le dije:

-Sigues castigada, tres días sin postre y te acuestas a las 9- le dije burlona.

Me miró mal y salí de la habitación pensando lo mona que era mi hermana, siempre tan inocente. Decidí que tendría que hablar con mis padres para que hablaran con ella. Como mis padres se iban sobre las seis me vestí y maquillé rápido y bajé al salón en su busca. Los encontré tan ajetreados como siempre sin despegarse de sus iPhones. Ellos decían que eran imprenscindibles para su trabajo pero estaban enganchados, mas que yo.

-Papá, Mamá tengo que hablar con vosotros- les dije seria.

-¿No puede ser en otro momento, hija?- me dijo mi madre sin ni tan siquiera mirarme.

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