Cincuenta y cuatro

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Cincuenta y cuatro: Las veces que golpeé la madera con las yemas de mis dedos mientras esperaba.

Ya casi no pensaba en ti, Mika, los días pasaban, mis notas en la escuela habían subido, y tú, por las prácticas de fútbol ya no ibas a las clases de literatura ni deportes, tu horario había cambiado, tan fácil como llegaste, te fuiste.

Y mientras todo eso pasaba, cada vez salía más con Callum, Jenna ya no se metía en mi camino, todo había mejorado, tenía lo que antes quería...

Pero eso ya no me bastaba.

Escuché el sonido de la silla de en frente al ser arrastrada, levanté la mirada y me encontré con la sonrisa perfecta de Call. Estábamos en aquella cafetería que siempre consideré demasiada cara para mi gusto, sin embargo, el dinero con los Destefano ya no era un límite.

―Hola, Li-li.

―¿"Li-li"?

―Tu apodo de ahora en adelante ―respondió encogiendose de hombros y al ver la molestia en mi rostro cada vez más evidente, agregó―: a todas las personas que son importantes para mí les pongo un apodo.

Y yo sonreí al escuchar eso, aunque en mi mente le insultaba, lento y sádicamente.

―Gracias ―dije sonando como pregunta pero él no pareció notarlo.

Antes de que cualquiera pudiera decir más la mesera se acercó a nosotros para pedirnos nuestra orden, pedí un café pero las ganas de probarlo se esfumaron al ver el rostro de ella. Su cabello verde, sus ojos azules, claro que la conocía. Ella era tu... Ella era Taylor.

Por unos segundos ambas nos quedamos viendo, yo recordándote al abrazarla, ella como si me reconociera de algún lado. Pero era imposible.

Como todo lo que estaba pasando.

―Li-li ―llamó Call trayendo mi atención a él, apartando mi vista de Taylor mientras se alejaba de nosotros―, ¿estás bien?

"Bien" tiene muchas definiciones, Mika, es diferente para cada quien, y la respuesta a esa pregunta siempre que estaba con él era la misma. No, no lo estaba... Aunque siempre callé, con él callé tantas cosas, algunas insignificantes y otras que aún me parten el corazón.

―Sí, claro que lo estoy ―sonreí, falsamente―, ahora, ¿de qué querías hablar?

Taylor volvió con nuestos humeantes bebidas y se fue sin más.

―Yo... Alissa, nena, quería preguntarte algo importante.

Suspiré, ya sabía por dónde iba esto, un paso más a la cima, me recordé.

―Dime.

Tomó el café entre sus manos, bebió un poco de él, tratando de controlar sus nervios.

¿Cómo puedo recordar cosas tan específicas?

―Sé mi novia.

Tuve que buscar toda mi paciencia, "Sé mi novia" no era una pregunta, era una orden.

Uno más de mis tantos errores que estaban por venir...

―Sí ―respondí con una sonrisa en los labios.

Sonrisa falsa. Emoción falsa. Todo para una chica falsa. Para mí.

Para el final de la noche, antes de irnos, Taylor me entregó una nota sin que nadie lo notara, no te lo había dicho antes, y lo siento.

"Él tiene razón, ahora lo comprendo", no lo entendí en ese momento, hasta que quizá fue demasiado tarde.

****

Nota de autor:

¡Yeei! "99 cigarrillos y 1 beso" en el puesto #20 de historia corta. Son lo mejor.

@LauraAndrade9

99 cigarrillos, 1 beso © #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora