Setenta y seis

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Setenta y seis: Los golpecitos que conté.

Tú sentado frente a mí, el sol reflejándose en el metal de la silla de ruedas.

Yo observando los golpes que dabas con las yemas de los dedos a la mesa.

Taylor colocando una jarra de té helado entre nosotros.

El silencio era incomodo, y la tensión se hubiera podido cortar con un cuchillo de haberlo querido.

 ―Bueno... ―inició Taylor viendo que ninguno de los dos sabía que decir―. ¿Quieren que los deje a solas?

  Levantaste la mirada y asentiste mientras la veías. Ella te devolvió la sonrisa y pensé "Dios, ellos tienen algo más allá de lo normal" y me sentí una maldita entrometida por estar ahí sintiendo la culpa que sentía, el cariño, todos esos malditos sentimientos por ti cuando tú ya querías a alguien.

Cuando por fin nos quedamos a solas tú y yo en tu cocina. tú hablaste.

  ―No quiero sonar grosero, pero ¿qué haces aquí? ― lo dijiste con tanta seguridad que sentí que llevabas todo ese tiempo queriendo decirlo pero callabas por la presencia de Taylor.

―Yo... ―¿cómo decirte que estaba ahí porque pensaba que me necesitabas? No porque fueras débil, sólo porque hay veces en que la gente necesita de otros― . Sólo... Nunca tuve oportunidad de pedirte perdón.

 Esperaba a que dijeras algo más, pero me mirabas expectante.

―Y supongo que también vine porque no me sentía bien estando en el partido, cuando no has podido ir, y yo...

―Alissa ―me interrumpiste―.Las cosas pasan, tú no tuviste la culpa de que yo ignorara el alto y cruzara la calle cuando no debía.

―No, sí tuve la culpa ―sentía las lágrimas arremolinarse en mi interior―. Si yo no te hubiera llamado... 

―Si no me hubieras llamado yo lo habría hecho en algún momento. 

―¿Qué?

―Supongo... Supongo que nunca te dije que quería ser tu amigo.

La curiosidad me carcomía.

―¿Por qué querrías ser mi amigo?

―Porque... No importa ―bajaste la cabeza, tu mirada perdida en el suelo―. Ya no importa.

―¿Ya no? ―el corazón se me rompía. 

―Bueno, tal vez aún podamos serlo ―esa sonrisa tuya volvió a tu rostro, esa que hacía creer que el mundo no estaba tan mal después de todo―. Solo tal vez...

Y ambos reímos a carcajadas grandes.

―Solo  tal vez ―acepté. 



99 cigarrillos, 1 beso © #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora