99 cigarrillos, 1 beso © #Wattys2016

Cuarenta y cuatro

Cuarenta y cuatro: las veces que me repetí que todo estaría bien...

...pero no lo estuvo.

Los pasillos de la escuela estaban vacíos, había llegado cinco minutos tarde y todos ya estaban dentro de los salones.

No fue planeado... Y no estaba preparada para eso, aun así a la vida no le ha importado nunca quién sí y quién no está listo para afrontar las cosas.

Salí de casa antes que la esposa de mi padre despertara precisamente para que no me viera y ahora, mientras abría la puerta del salón y todos guardaban silencio al verme, maldije todo.

La chica de negro, uñas mordidas y cara lavada se había ido, ahora sólo quedaba alguien llena de falsedad, falda rosa y blusa acaramelada, zapatillas y maquillaje.

―¿Disculpe? ―preguntó el profesor.

Aclaré mi garganta, apreté los puños y busqué mi valor incluso para cambiar mi tono de voz, eso lo había practicado todo el día anterior a solas en mi habitación.

―¿Me permitiría pasar, profesor?

Bien, mi voz sonaba como... Si no fuera mi voz.

El profesor abrió ligeramente los ojos de par en par pero sólo se limitó a asentir.

Pasé y me senté en mi habitual asiento, frente a ti, no me dejabajas de ver, Mika, pero no lo hacías como los otros, llenos de curiosidad.

Tú parecías desilusionado.

Eso fue un golpe bajo.

Y luego me obligué a ignorarlo, no tenía porque interesarme nada de lo que tú pensaras.