Capitulo 5.

31.7K 1.3K 56
                                    

Capitulo cinco

—Tartas, tartas. Compren una deliciosa tarta. —exclamo la abuela sonriéndole a cada persona que pasaba.

Melanie se encogió de hombros en su asiento, que vergüenza.

La feria era lo peor, tenía que estar sentada viendo como su abuela le gritaba a las personas “¡¡Tartas, Tartas!!”.  Ya le dolía el trasero de tanto estar sentada. Todas  las personas parecían divertirse, claro, menos ella.

Había una gran rueda de la fortuna que adornaba casi gran parte de la feria, muchas golosinas, unos cantantes por allí y allá, payasos que hacían llorar a los niñitos, un puesto para cabalgar en caballo, venta de libros, comida, ropa y el puesto de tartas de chocolate de la abuela, que tenía a una Melanie bastante malhumorada.

—Vamos, Melanie, ¡¡cambia esa cara, es una noche hermosa!!

Eso no lo podía discutir, una noche estrellada, la luna tenia forma de una gran sonrisa y había poco viento. El cabello de Melanie lo agradecía mucho.

—Ven aquí y consigue clientes, voy por más tartas, ya vuelvo.

Melanie abrió los ojos como platos, aterrada.

— ¿Qué? ¿Me dejaras aquí? ¿Solita? Y si me ocurre algo mientras te vas? Y si después no encuentras el puesto? Que pasara de mí?

—¡¡Disfruta la feria!! Vuelvo en cinco minutos.

—Abuela, por favor…—la abuela negó con la cabeza.

—Ya vuelvo.

Melanie suspiro y se cruzó de brazos y a regañadientes se volvió a sentar, con el ceño fruncido.

Las personas iban y venían, de aquí para allá. Se quedó entretenida viendo como una niña lloraba por culpa de un payaso. Nunca entendió por que los niños odiaban a los payasos, ella de niña los amaba. Una vez le pidió a su madre que adoptara uno.

Melanie sonrió al recordarlo, pero rápidamente puso su cara de pocos amigos.

—Con esa carita, no vas a conseguir clientes.

Melanie se sobresaltó y alzo la mirada y frunció aún más el ceño.

— ¿Qué? —pregunto cortante.

James se encogió de hombros.

—Nada, pensaba comprar una tarta, pero la que las vende es muy desagradable.

Melanie sonrió falsamente.

— ¿Desea una tarta, señor?

James asintió.

—Mucho mejor, aunque muy falsa, pero mejor.

Ella es de Nueva York |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora