Capitulo 4.

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Capitulo Cuatro.

Melanie negó con la cabeza bruscamente.

—No, no y no. —dijo firme a su abuela.

—Cariño, será divertido…

— ¡Que tiene de divertido limpiar traseros de animales! —exclamo incrédula. Ella no había venido hasta aquí para acicalar a estúpidos cerdos.

—Si lo dices de esa manera suena aburrido.

Melanie puso los ojos en blanco.

—Abuela, la escuela suena más divertida. ¡La escuela! ¿Lo puedes creer?

Esta vez la abuela fue la que puso los ojos en blanco.

—Tu madre me advirtió de tus clases de dramatismo.

— ¿Dramática? ¿Yo Dramática? Por favor solo soy realista. Y soy realista cuando digo que no voy a trabajar sola en una sucia granja, llena de mierda.

— ¿Sola? ¿Quién dijo que trabajaras sola?

— ¿Lo harás conmigo?

—No, James te ayudara —dijo guiñando un ojo—

Melanie rodo los ojos nuevamente.

—Por favor dime que estas bromeando…

— ¿No te agrada James, cariño? ¿Por qué? Si es un gran chico.

—Tampoco me agrada su caballo.

— ¿Hablas de Prada?

—Esa cosa.

—Oh, Prada no es su caballo. Es tu tuyo. —sonrió la abuela.

—Abuela no es gracioso. —le advirtió Melanie —

— ¿Quien dijo que fuera un chiste? Es verdad, es tu caballo. ¡No puedo creer que te hayas olvidado de ella! Recuerdo que cuando tenías siete años, aquel verano en que me visitaste, conociste a Prada y te encariñaste tanto con ella que a la hora de irte pediste de rodillas a tus padres para que se llevaran a Prada contigo a New York. Y cuando te despediste recuerdo ver tus ojos llenos de lágrimas y le decías a Prada que la ibas a extrañar…

—Una trágica historia, pero, ¡solo tenía siete años! Y estaba obsesionada con tener un unicornio.

Melanie sonrió al recordar cuando tenía siete años, solía pegar tubos de papel higiénico en la cabeza de su perro Loky y aparentar que era su unicornio.

—Empezaras mañana por la mañana —dijo la abuela firme—

—Y si me reusó? —contrataco Melanie desafiante.

La abuela asintió, segura.

—Lo harás, créeme. Ahora me acompañaras al centro comercial, necesito compras algunas cosas.

— ¿Centro comercial? —dijo incrédula Melanie, ¿había escuchado mal? —

—Sí, es mejor que te cambies de ropa —dijo señalando los antes perfectos jeans de diseñador de Melanie, que ahora lucían como si se hubiera revolcado en tierra por un largo tiempo.

Melanie miro sus jeans y arrugo la nariz fastidiada, este mes iba tan lento.

Entro en su cuarto.

Ella es de Nueva York |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora