Capitulo Tres.
—¡¡¡Oye…..!! —le gritaba Matt mientras ella seguía corriendo como si la vida dependiera de ello. —Espera…—gimoteaba el británico con la respiración entrecortada — ¿Sabes por qué nunca era bueno en educación física? ¡Exacto! Odio correr… detente.
Melanie paro en seco, no por el hecho de que su amigo estuviera por morir por estar corriendo, sino porque en cualquier momento ella se desmayaría. Así estaban la cosas, apenas vio a James lo único que pudo hacer fue correr como si hubiera visto a un fantasma, no estaba mentalmente preparada para verlo, muchos menos hablar con él. Cruzo los dedos para que él no la reconociera. Asma, enseguida le daría asma, lo sabía, su cuerpo se estaba hiperventilando.
— ¡Jamás vuelvas a correr así!—le regaño su amigo que había llegado a su lado — ¿Quieres matarme, mujer? —refunfuño con la respiración pesada.
La sangre abandono la cara de la castaña, no, definitivamente no iba a tener un ataque de asma, se desmayaría, eso era peor.
—Hey…—murmuro el morocho cuando vio cómo su amiga temblaba— ¿Estas bien? ¿Por qué corres de esa forma?
Melanie trago saliva y conto hasta diez, tenía que tranquilizarse, tenía que respirar, no era para tanto drama ¡solo era James! Pero no podía evitar sentirse asfixiada, nerviosa y transpirar.
— ¿Te encuentras bien? —volvió a repetir su amigo, con preocupación. Alzo una mano y la coloco en la frente de Melanie— Oh dios mío, estas volando de fiebre. —Al ver que la castaña no contestaba, posiciono sus manos en el hombro de la castaña y empezó a zarandearla —Contesta ¡mierda! Me estas preocupando…
—Creo que voy a vomitar…—murmuro la chica.
Matt abrió los ojos como platos y se apartó de la muchacha.
—No te preocupes… solo no vomites en mis zapatos ¿sí?
***
—Ya estoy bien, solo fue un bajón de azúcar —le comento a su abuela, tratando de tranquilizarla. Esta no paraba de hablar y preguntar cómo se sentía a cada cinco segundos.
—Creo que necesita algo de tarta —Le comento Matt a la abuela, esta enarco una ceja.
—Adivinare… ¿tú también quieres tarta?
—No es mi culpa —se excusó el británico— ya te lo dije, Carol, tu cocinas como los mismos dioses ¿te casaras conmigo, verdad?
La Sra. Straw alzo las dos cejas, y estrecho sus ojos color marrón claro en su nieta.
— ¿Segura que te sientes bien? ¿No necesitas nada más? ¿Comida? ¿Agua? ¿Algo?
La castaña rodo los ojos.
—Abu… estoy bien, de verdad —dijo, quedamente— solo necesito descansar un poco, eso es todo.
—Descansar —repitió la abuela con los labios fruncidos— bien, estaré en la cocina por si necesitas algo.
—Yo quiero tarta…—canturreo Matt con una sonrisita en los labios.
La abuela se fue rodando los ojos, el británico sonrió.
—No eres de su tipo —dijo la castaña, burlona.
Matt le guiño un ojo.
— ¿De verdad estas bien…?
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Ella es de Nueva York |Editando|
RomanceCuando Melanie Straw una joven de la ciudad de New York, con dinero, caprichosa, popular, que piensa que la frase “ El dinero no compra la felicidad ” no es más que una mentira, se ve obligada a viajar a casa de su abuela, en Tennessee por un mes, c...