Capitulo Seis
—Melanie…—canturreo alguien en su oído.
La joven respondió con un gruñido.
—Melanie…—canturrearon con más brusquedad.
— ¡Melanie! —grito la abuela, la muchacha prácticamente salto de la cama, confundida miro por todas partes.
— ¿Qué? ¿Quién? ¿Qué paso? —exclamo incorporándose en la cama.
—Es hora de ir a trabajar — dijo la abuela con firmeza.
Melanie murmuro algo ilegible, mientras se acurrucaba nuevamente en la cama y se tapaba con las sabanas hasta la cabeza.
La abuela la destapo con brusquedad.
—Ja, no, no —dijo reprochando a la joven— aquí se hace lo que yo digo, ahora levántate porque es tarde.
Melanie cogió la almohada y oculto con ella su rostro.
—Debes estar en la granja a las siete en punto, ahora tienes tiempo exacto para prepararte y desayunar.
La joven aparto la almohada de su cara y miro con incredulidad a su abuela.
— ¿Las siete? ¿Bromeas verdad? Las personas no deberían levantarse temprano, debería ser ilegal…
La abuela suspiro, pero Melanie pudo ver como trato de ocultar una sonrisa.
Cuando Melanie bajo a desayunar, la abuela la observo de arriba abajo e hizo una mueca.
— ¿Qué? —pregunto desconcertada.
—Melanie sé que te gusta todo eso… —señalo el vestido de Melanie —…y te encanta eso —señalo sus tacones — pero esta vez tendrás que cambiarlo por unos jeans y botas, porque te aseguro que esos tacones no duraran ni dos segundos ahí afuera —señalo la ventana, donde de lejos se podía observar el hermosos paisaje.
—Te prestare unas botas —sugirió la abuela.
Melanie suspiro, no tenia opciones.
Ahora con unos jeans, una camisa y botas —de la abuela—. Melanie salió de la casa con el ceño fruncido y con cara de pocos amigos. Se cruzó de brazos, el sol golpeaba su cara haciéndole entrecerrar los ojos.
—Bien, cariño, ya sabes dónde está la granja, buena suerte. —Le deseo la abuela mientras la abrazaba — Y cambia esa carita —murmuro en el oído de la joven dulcemente.
Melanie abrió la boca para excusarse, pero la abuela ya estaba lejos cuando eso.
— ¿Hola? —pregunto Melanie entrando en el pequeño establo.
Hizo una mueca de asco y se tapó la nariz con el dedo pulgar e índice.
Ese lugar olía peor que el auto con el que había venido junto al tío Joe.
— ¿Hola? —canturreo con su voz aguda.
Camino mientras miraba las puertas de los establos, en ese lugar no había nada ni nadie.
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Ella es de Nueva York |Editando|
RomanceCuando Melanie Straw una joven de la ciudad de New York, con dinero, caprichosa, popular, que piensa que la frase “ El dinero no compra la felicidad ” no es más que una mentira, se ve obligada a viajar a casa de su abuela, en Tennessee por un mes, c...