Capitulo Ocho
El entrecejo de James se frunció, mientras sus ojos se llenaban de incrédula perplejidad. La joven camino por su lado sin decir ni una sola palabra, ni un protesto, ni un lloriqueo. Esa chica definitivamente no era Melanie, por lo menos no la Melanie que -poco- conocía.
La joven cogió la pala y comenzó su duro trabajo de limpiar excremento de caballo. James espero que sus oídos se llenaran de los lamentos de Melanie, algún lloriqueo, chillido, pero lo único que escucho fue silencio y el movimiento de la pala al coger el sucio excremento y más silencio. El vaquero la miro como si no la conociera -en parte eso era cierto, porque no la conocía- pero lo poco que había estado junto a ella, sabía que odiaba como el infierno hacer eso -limpiar mierda- ni siquiera puso cara de estar asqueada, nada, totalmente nada, su expresión era de piedra, indiferente, vacía.
- ¿Alguien se ha despertado del lado izquierdo de la cama? Eh? -Pregunto James, medio burlón, con la esperanza que Melanie habrá la boca, que dijera algo, -cosa que realmente era rara, porque lo único que siempre hacia ella era protestar y quejarse -.
Melanie detuvo la pala a centímetros del suelo, levanto la vista, y lo miro directamente a los ojos. Los ojos de la muchacha estaban vacíos, pareciera como si los colores claros de su mirada hubieran sido borrados y a cambio coloreado con un vacío tan indiferente que te dejaba perplejo. Era como James se sentía, perplejo, confundido. La joven estuvo así unos minutos, solo mirándolo, inquietantemente. Haciéndolo poner...nervioso. Luego entreabrió los labios como si quisiera decir algo, pero no lo hizo, en vez de hablar, suspiro, un suspiro angustioso.
Algo andaba mal con Melanie, muy mal.
-Nueva tarea -exclamo James felizmente -claramente para fastidiar a Melanie-, pero a ella pareció no importarle, levanto las cejas como diciendo: <<No me interesa>> mientras se encogía de hombros.
James suspiro resignado, esa chica lo empezaba a preocupar ¿Se habrá quedado muda? Tal vez.
Le disparo una esponja a Melanie, esta no dijo nada y dejo que la esponja le golpeara el estómago y luego callera al piso. Después de mala gana lo recogió, ella estaba ahí, pero su mente estaba al otro lado del mundo -tal vez en alguna parte de Japón-.
El vaquero se preguntó vagamente que estaría pensando la joven. ¿Extraña a sus padres? poco probable, ¿extrañaba el dinero de sus padres? Más posible.
James cogió un cubo y se lo tendió a Melanie, esta lo acepto lánguidamente.
-Llena este cubo de agua, limpiaremos el auto de Paul - comento el vaquero. Melanie se preguntó si sería el mismo horrendo auto en el que había venido desde el aeropuerto.
El joven espero nuevamente de que Melanie comentara algo sarcástico de como ella no hacia ese tipo de cosas, pero nuevamente lo único que logro por parte de la joven fue un leve asentimiento vago.
Cuando estaban frente al auto, Melanie ya no tenía dudas, era el mismo horroroso auto rojo pálido en el que había venido, ¿a que olía? Ah sí, pipi. ¡Puaj! Hizo una mueca de asco para sus adentros.
-Coge una esponja del cubo y comienza a fregar las ventanas -ordeno James.
Melanie tenía ganas de poner los ojos en blanco y gritarle alguna maldición; pero no estaba de ánimos para gritar -o hablar-. Se encogió de hombros e hizo lo que el vaquero le había ordenado.
Miro de soslayo a James, este parecía algo frustrado, el hizo lo mismo que Melanie, cogió una esponja y empezó a limpiar la ventana que se encontraba delante de ella.
Sus ojos se encontraron a través del cristal, pero Melanie aparto los suyos rápidamente y siguió fregando la ventana, casi podía sentir como los ojos de James seguían mirándola y eso la hizo sentir...nerviosa.
Había terminado con dos ventanas de las cuatro, al parecer James se distraía mucho con la primera porque jamás terminaba de limpiarla. Se obligó a enderezar los hombros y posicionarse a lado del joven, lo miro de reojo este pareció sonreír, pero no pudo divisar si era una sonrisa burlona o una sonrisa de satisfacción.
Luego pudo ver por el rabillo de su ojo como James cogía el cubo y hundía su esponja en ella para luego sacarla más esponjada. Después todo ocurrió muy rápido, lo único que supo fue que el agua disparo contra ella haciendo que se empape de pies a cabeza.
James echo la cabeza para atrás mientras reía, y Melanie sabía que él lo hacía para burlarse, solo de broma. Pero eso fue la gota que colmó el vaso, sus ojos se llenaron de lágrimas, todo el día se sintió deprimida, queriendo volver a su hogar y ahora esto, la hacía sentir más pequeña, como si esa broma fuera muy personal -aunque estaba claro que James lo hacía por diversión y no para intentar herirla-.
- ¡Eres un idiota! -grito con la voz quebrada y sus ojos se humedecieron por las lágrimas contenidas.
James paro de reír en seco y miro a Melanie, todo rastro de humor se borró de su cara remplazándolo con preocupación y culpa al ver que los ojos de la joven estaban cristalizados. Oh, no. Se sentía el más grande imbécil de la tierra. ¿Se habría pasado de la línea? ¡Claro que lo hizo! Se acercó a la muchacha con aire de preocupación y antes de que su cerebro le ordenara algo, la estrecho entre sus brazos.
-Lo lamento, tienes razón, soy un idiota, no debí...-su voz se fue apagando cuando Melanie lo aparto bruscamente y lo miro con cólera comprimida.
-Aléjate -murmuro entre dientes.
-Pequeña, lo siento, me pase...
- ¡No me llames pequeña! -estallo Melanie, otra broma de mal gusto. Una cosa era que se sintiera pequeña y otra era que se lo digieran, pero nuevamente ella sabía que James lo decía con cariño -cosa que era realmente raro-.
-Lo... lo lamento -tartamudeo preocupado el vaquero.
Melanie sintió como sus mejillas se humedecieron por las necias lágrimas, se las limpio bruscamente mientras corría lejos de James.
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Ella es de Nueva York |Editando|
RomanceCuando Melanie Straw una joven de la ciudad de New York, con dinero, caprichosa, popular, que piensa que la frase “ El dinero no compra la felicidad ” no es más que una mentira, se ve obligada a viajar a casa de su abuela, en Tennessee por un mes, c...