Capitulo 1.

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Capitulo Uno. 

Melanie nunca fue una chica de sueño pesado, de hecho, siempre dormía pocas horas. Se la pasaba observando el techo, o contando estrellas. Pero en el viaje a Tennessee se quedó dormida todo el trayecto. Lo que obviamente le sorprendió,  con una simples melodías suaves ya estaba en los brazos de Morfeo.  Una azafata la había despertado (Cosa que no fue muy lindo, porque Melanie era una chica muy a regañadientes, y cuando la despertabas… bueno, era como si intentaras tocar a un león) Pero por suerte Melanie no mordió a la azafata.

Sus tacones tocaron el piso del aeropuerto. Se quejó por aun tener sueño, bostezo como una gran perezosa mientras bajaba hizo  que dos azafatas bajaran sus maletas, y siguió su camino.

Las personas arrastraban sus maletas en el limpio piso brillante. Levanto la vista, con su ceño fruncido, buscando a su tío Joe. Él había dicho que la recogería para llevarla en la casa de la abuela, Carol,  pero no vio ningún cartel con Señorita Straw o con Melanie por él. Hizo una mueca, estaba desorientada, ¿ahora adonde iría?

Más allá, luego de estar mirando a las personas uno por uno, Observó cómo un hombre, alto, ¿Alto? No eso era poco, ¡Era gigantesco! Igual que un rascacielos. Movía las en su dirección ella. Porque... ¿La llamaba a ella, no? Melanie miró atrás para asegurarse de que no llamaba a otra persona. Y para su mala suerte, no había nadie más.

«Demonios» Pensó.

Joe comenzó a moverse, y con sus grandes piernas, en un abrir y cerrar de ojos ya frente a ella.

— ¿Melanie Straw?—La joven de cabellos castaños, asintió con los ojos ampliados. Joe ensancho su sonrisa — ¡Maldición, no puedo creer que eres tú! —Exclamó, con un acento sureño. Luego la ahogó en un sofocante abrazo de oso ¡Que casi mata a Melanie! Ese tipo era un jodido gorila.

—Hola… —Melanie abrió y cerró la boca; igual que un pez —Me estas matando. —Susurro, su voz estrangulada. Joe se apartó «Gracias a Dios», sonriendo.

— ¿No te recuerdas de mí? ¡Soy el tío Joe! —Gritó, y como si fuera poco abriendo sus dos brazos en forma de presentación, algunos pasajeros que seguían esperando o escuchando la voz en el parlante  lo voltearon a ver, extrañados.  «Si, grítalo que no te escucharon en china» Quiso gritarle ella, pero, en cambio sonrió falsamente. Su mejor especialidad.

—Sí, un gusto —Dijo avergonzada, con disimulo fulmino con la mirada a un pasajero que aún no dejaba de verlos como si fueran extraterrestres. Tal vez lo eran. Al menos Joe.  

— ¿Lista para el mejor mes de tu vida? — Exclamó Joe, algo le decía a la castaña que ese acento no lo iba soportar por mucho tiempo.

«No» pensó Melanie «No estoy lista» Pero, como ella era una chica que sabía bien que decir o no, o en otras palabras, una buena mentirosa, dijo, casi entusiasmada:

Ella es de Nueva York |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora