Capitulo Dieciséis
Se mordió el labio inferior, mientras apretaba los puños con fuerza. El cuerpo le temblaba de rabia, estrecho sus ojos color azul en ese par que caminaban por el centro comercial.
¿Qué demonios hacían ellos dos ahí? ¿Juntos?
— ¿Qué no habías dicho que la castaña ya no era un problema? —canturreo Daysi burlona mientras pasaba con una enorme caja a su lado.
La rubia bufo, enojada.
—Ella jamás fue o es un problema, tal vez un contratiempo, sí, pero no un problema.
—Aja, si, correcto. —Ironizo la morocha— y entonces… ¿porque están tomados de la mano? ¿Eh? —dijo entornando los ojos para ver al par charlando animadamente mientras recorrían el centro.
— ¿Qué? —Kimberly fulmino a la pareja y luego a Daysi— ¡No están tomados de la mano! Sólo…sólo están muy cerca el uno del otro, nada más.
—Ahora le está susurrando algo al oído ¡Oh por dios! Tienes que estar ciega para no verlo, cielos.
La rubia suspiro, se recostó en la mesa de la registradora, mientras los celos la consumían lentamente.
—Oh, Kim… ¿Cuándo vas a abrir los ojos?
—Para tu información están bien abiertos, yo lo se Daysi, solo es cuestión de tiempo para que James me confiese su amor, tiempo.
La morocha rio, sarcástica.
—Creo que la neoyorquina no está ayudando mucho, ¿eh?
—No, pero ella sabe que él es mío. —sonrió la rubia.
— ¿Ah?
—En la fiesta, le dije que James era mi novio, tenías que ver su expresión, fue gracioso…
— ¡¿Estás loca?! —exclamo Daysi abriendo los ojos como platos.
— ¿Qué? —pregunto Kimberly, inocentemente.
— ¡Ash! ¿Y si James se entera? ¿Qué va a decir?
La rubia hizo una mueca con los labios, pensativa. Luego negó con la cabeza, efusivamente.
—No lo creo —movió las manos para quitarle importancia al asunto—.
Daysi se encogió de hombros, rendida.
—Bien…—suspiro— pero después estaré encantada de decirte: Te lo dije.
—Se lo diré, te lo prometo.
— ¿Cuándo? Llevas diciendo eso por meses, al final siempre te acobardas.
—Esta vez lo hare, enserio, y sé que él me dirá que siente lo mismo. —Observo el centro para ver en donde se habían metido el par, pero ellos ya no estaban— lo sé.
La morocho se quedó callada y miro a su amiga, no quería romperle las ilusiones pero era poco probable que el sintiera lo mismo, después de todo, ella con sus propios ojos, vio como James y la neoyorquina se miraban y sonreían, pero aun así se quedó callada, ¿y quién dice? tal vez Kimberly aprenda una lección de todo esto.
— ¿Qué es eso? —pregunto Melanie acercándose a la caja que tenía James entre sus brazos.
El vaquero sonrió y le tendió la caja para que ella pudiera observar.
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Ella es de Nueva York |Editando|
RomantizmCuando Melanie Straw una joven de la ciudad de New York, con dinero, caprichosa, popular, que piensa que la frase “ El dinero no compra la felicidad ” no es más que una mentira, se ve obligada a viajar a casa de su abuela, en Tennessee por un mes, c...