Las apariencias engañan.
Aunque doliese admitirlo esa era la cruel realidad, para él no había un final feliz, siempre algo malo debía pasarle.
Sin embargo a pesar del todo daño que le habían hecho era incapaz de odiar o desearle el mal a una persona.
Mantuvo la mirada baja y paso a su lado con un paso que consideró tranquilo, mordió su labio con fuerza, no debía temblar o mostrar miedo. Podían reconocerle.
Además dicen que los perros detectan el miedo y que al hacerlo atacan, y frente a él, para su desgracia, había uno muy grande e intimidante.
Su cabello era rubio, un tanto desarreglado, aunque eso no le hacía ver menos atractivo, al contrario, le daba aspecto de un chico malo, que es lo que era, lo cual lo volvía terriblemente atrayente. Sus ojos eran de un hermoso color verde del cual no le importaría ni un poco perderse de no ser que le tenía miedo. Era alto y musculoso, exactamente lo que las chicas buscaban, y como no, uno que otro chico.
Era una lástima que ese joven era hetero y un homofóbico de lo peor.
A su lado se encontraba sus tres fieles compañeros.
Uno de cabello castaño y mirada tenebrosa, sus ojos eran de un cafe oscuro, era alto y con bastante musculara, el otro era de cabello pelirrojo un tanto largo y mirada fría, sus ojos eran de un tono verde incapaz de definir, era visiblemente alto y con una musculatura no tan exagerada, y el último de cabello negro y gentil mirada, sus ojos eran azules, era bajo, casi igual que él, bastante flaco, este se veía el más débil de todos, aunque no había que fiarse solo por su apariencia frágil. Podía ser cruel cuando lo deseaba, aunque luego terminará arrepintiéndose y duplicando perdón al que había dañado cuando no le veían.
Lo que no sabía el perro homofóbico era que uno de sus amigos le iban más los penes que la vaginas. Aunque él no sería quien lo informará. Y dudaba mucho que su mano derecha e izquierda presintieran que su protegido, el de apariencia delicada fuera de esa acera.Sonrió aliviado al entrar, se había ahorrado una burla y eso era algo que realmente agradecía, sí, definitivamente ese era su día de suerte.
***
Eso de la suerte no le había durado mucho, pues ahora el castigo no recibido en la mañana le sería impuesto.
Sus ojos llorosos les vieron suplicantes, y casi pudo ver algo de compasión en la mirada del pelinegro pero todo rastro de esperanza se esfumo al verle apartar la mirada de la suya con rapidez.
La culpa lo estaba consumiendo, lo sabía.Lo tomaron entre los cuatro, y entre gritos clamando ayuda y pataleos lograron encerrarlo.
El lugar era oscuro y tenía muy mal olor.
Sus nervios estaban a mil, y por más que gritara pidiendo perdón y suplicara para que le abrieran eso jamás sucedió.
Fueron pasadas de las siete de la noche cuando logró abrir la puerta de ese viejo cuarto.
Su cuerpo temblaba debido a las frías corrientes de viento.
Fue casi un milagro que el portón estuviese abierto.
Dios se ha apiadado de mi, pensó con alegría mientras se apresuraba a salir de su actual recinto.
La oscura noche y las frías ráfagas de viento fueron quienes le recibieron al comenzar a caminar a su casa, una casa de la cual ahora desconocía su ubicación.
Maldijo quedamente su sentido de ubicación, el cual ahora le ha costado deambular sin rumbo por las frías y peligrosas calles.
Puede escuchar pasos tras sí, pero no se asusta, pues su inocencia le hace creer que alguien ha de andar por allí seguramente con una dirección similar a la suya, o que simplemente pasea tontamente ignorando el peligro. No voltea ni se altera como posiblemente muchos habrían hecho. Pero su tranquilidad le es arrebatada cuando en un momento de curiosidad voltea atrás y ve una sombra moverse. Los pasos siguen escuchándose pero no hay ninguna persona presente o al menos no puede verla. Quien fuera que sea camina en círculos alrededor de él como si intentase perturbarle, como si quisiese decirle que no tiene salida, que está en peligro estando allí.
Su corazón aumenta la velocidad de su bombear como si intentase competir con su anterior calmado latir o simplemente salirse de su pecho.
Se siente observado, asechado.
Sus pasos lentos pronto pasan a volverse en una corrida desenfrenada con un solo propósito: alejarse del peligro que le asecha.
Ya cuando cree que se ha alejado lo suficiente es capaz de darse un descanso y permitirle a su joven corazón retomar su marcha habitual.
Su mirada se encuentra fija en el suelo, su espalda está inclinada hacia el frente debido a que se ha sujetado a sus rodillas, sus delicados y apetitosos labios están entre abiertos buscando ese gas llamado dióxido de carbono o más conocido como oxígeno, necesario para la vida pero ahora sumamente contaminado.
Sus cabellos castaños tapan visiblemente sus ojos los cuales son de un hermoso color miel que irradian una inocencia única en él.
- ¿Te encuentras bien?
Levanta la mirada sobresaltado encontrándose con un ángel de cabello negro con un pequeño flequillo que no imposibilita su visión, y un par de profundos ojos azules que ven con preocupación.
- S-Sí.
Tartamudear le es inevitable, sus mejillas se tiñen de carmín.
El de mirada azul reprime una sonrisa.
- ¿Qué ha sucedido?
Su voz muestra dulzura, una dulzura que pronto revelará sus verdaderas intensiones.- A-Alguien me perseguía.
- ¿Enserio?
La sonrisa burlona le es imposible de retener al ver el asentimiento de esa inocente criatura.
- ¿Sabes...? Se rumora que hay seres peligrosos por aquí...rondando en la noche y atacando a cada idiota que se atreve a salir de su casa cuando la oscuridad domina.
La boca del menor se curva en una perfecta "o" . El mayor se da por satisfecho al ver el temor en los ojos de este.
-Entonces, si sabes eso... ¿Qué haces aquí? - su voz tiembla, tiene miedo. De pronto ese joven ya no le inspira confianza, hay algo nuevo en él que le hace temer.
- Yo no debo temer.
Ríe como si hiviese dicho algo sumamente gracioso, desconcertando así al pobre niño, que eso es lo que representa ante él. Un niño frágil e inocente.
El mayor sonríe con malicia y niega, no puede creer que ha encontrado un ser tan inocente.
- ¿Por qué lo dices? - pregunta desconfiado.
El "niño" retrocede un paso instintivamente.
El miedo ha aumentado, siente el peligro cada vez más cerca.
Su corazoncito se niega a parar de latir tan rápido, pero este parece detenerse al escuchar sus palabras.
- Porque yo soy uno de ellos.Sus ojos se abren a más no poder y retrocede con torpeza, el miedo ha comenzado a hacer estragos en el pobre menor quien solo busca desesperadamente alejarse del predador, del cual a pesar de no saber que es o qué clase de peligro representa le asusta de una manera nunca antes vista. Le tiene más miedo que ellos.
Sus piernas no son capaces de sostenerle un minuto más, por lo que un paso en falso cae sentado en el suelo.
- ¿Ahora me temes? - pregunta con burla.
Su cuerpo es iluminado por la luz de luna, la cual en cierto sentido le hace ver aterrador y atractivo a la vez, una mezcla muy peligrosa.
Sus ojos azules reflejan la imagen de un niño asustado, un niño terriblemente asustado.
Sus labios se curvan en una sonrisilla maliciosa, sus colmillos largos e afilados ahora son visibles ante la vista del pequeño mundano el cual no es capaz de evitar temblar.
Él era un predador fuerte e imponente y él era tan solo una presa frágil e temerosa. Era bastante obvio quien tenía las de ganar.- Hasta hace poco babeabas por mí. ¿Tan bipolar eres, nene?
Sus mejillas se tornaron de un intenso carmín, trago duro y se abofeteó mentalmente al creer atractivo a alguien tan temible.
- ¿Q-Qué eres?Su voz tembló haciendo más divertido el juego para el vampiro.
Se decía que era de mala educación jugar con la comida. ¿Pero cómo no hacerlo si esta era tan divertida?
En otro momento se habría irritado por la pregunta, e incluso le habría castigado. Pero a él no le dañaría, por supuesto que no. No le tocaría ni un solo pelo al muñequito de porcelana. O al menos no por ahora.
Él no era blando y jamás lo sería, primero muerto.
- ¿Me tienes miedo? - preguntó a pesar de saber la respuesta.
El menor asintió torpemente y luego negó con recelo.
El juego había iniciado justo en en ese momento. Ganaría la confianza del menor, le enamoraría y deduciría para que este decidiese por su cuenta entregarse a él, sería tierno al principio, delicado. Y luego, cuando este quisiese echarse para atrás, se firmaría brusco y le forzaría. Deseaba corromper era pura alma, quebrarla en miles de fragmentos para que ni él mismo, ni nadie pudieran recoger y pegar.Hola, se que llevo mucho sin escribir pero no se me había venido nada a la mente.
Por favor, señalen los errores, no me molestaré, lo único que les digo es que no voy a tolerar palabras ofensivas, el aviso ya ha sido dado.
Den opiniones, las tomaré en cuenta.
Nos leemos luego.
ESTÁS LEYENDO
La mascota del depredador
VampireNunca debió cruzarse en su camino, nunca debió enamorarse del predador.