Capítulo 22 Mordida

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  Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los "cómos".-Friedrich Nietzsche. 


Podía sentir un nudo formarse en su garganta, el deseo infrenable de soltarse a llorar como si no hubiese un mañana y suplicar por su vida, sin embargo, las palabras parecían no querer salir de sus labios.

Su cuerpo entero temblaba, sus piernas  comenzaban a negarse a resistir su peso.

-Tom...vuelve a ti.

Era como si el mayor estuviese hipnotizado, como si estuviera a kilómetros de distancia de allí y no pudiese oírle, y eso empezaba aterrarle demasiado.

Desde que los vampiros se proclamaron así mismos como los reyes de la noche cada paso se había vuelto peligroso, y en su momento supo como vivir con ello, pero ahora que se podría decir que se había vuelto la bizarra versión de un perro -solo le faltaba el collar en realidad- y vivía bajo el techo de este, el peligro aumentaba considerablemente.

La mirada del mayor era una mezcla entre enojo, desesperación y dolor, y a pesar de su situación, de alguna manera deseaba saber que era lo que torturaba tanto su cabeza, qué era lo que no le permitía estar en paz.

Con duda se acercó hasta al mayor, arriesgándose a ser atacado antes de tiempo.  Y cuando estuvo frente a él, le abrazo con fuerza, tanta como le fue posible, si iba morir, pensaba al menos despedirse, pues en todo su tiempo de encierro, también paso lindos momentos a su lado.

Antes de poderlo procesar, sintió un par de colmillos clavarse en su piel y luego una explosión de dolor momentánea, y finalmente oscuridad.


La mascota del depredadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora