Capítulo 3 Ángel Caído

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      No todo lo que brilla es oro.

Sus cabellos negros como la noche misma  fueron mecidos al ser tocados por la intensa brisa, sus ojos azules mostraron esa diversión que su media sonrisa no alcanza a expresar, re lamió sus labios y observó a su asustadiza presa temblar de pies a cabeza, podía escuchar su pobre corazoncito acelerar su marcha y por un instante pensó que tal vez sería mejor para el niño que dejase de jugar con él y lo matara de una vez por todas. Era una completa lastima que a él le gustase jugar con sus bocadillos.
¿Qué expresión podría cuando supiera que estaba jugado con él?
¿Se alegraría, entristecería?
Era más posible que pasase lo último.

¿Pero...que más podría esperar de un ser de la noche como él? ¿Espera un mundo de color de rosa, repleto de miel sobre hojuelas?
Sería demasiado idiota si esperaba algo así.
Sonrió con sorna a su presa.
— Ni que fuera a matarte, ya deja temblar, detesto a los cobardes.
Oh, si supiera que realmente le divertía esa situación. Era sensacional ver sus caras llenas de temor, escuchar sus temblorosas voces suplicar por un día más de vida, por una libertad que ya nunca volvería a ellos y debían olvidar.
Vio al niño tragar grueso e inútilmente calmar su miedo.
Tan lindo,tan tonto e inocente, sonrió más que feliz, con una felicidad que para muchos sería demasiado retorcida.
¿Cuánto tardaría en lograr romperlo? ¿Sería lo suficientemente fuerte para soportar lo quien venía?
Bueno, eso solo podría descubrirlo hasta que lo intentará.
— Te llevaré a casa — afirmo con una simpleza que descolocó por completo al menor.
— Y-Yo puedo llegar solo, mi casa está cerca.
La peor mentira del milenio.
¿Pero qué podían esperar de un inocente "niño"? ¿Qué fuera un buen mentiroso tal y como lo era su ahora supuesto protector?
—No voy a comerte — sonríe con burla, mostrando esos enormes colmillos que minutos atrás mantuvo ocultos. — Si no te acompaño tal vez otro de los míos te aparezca, y no creo que sea tan compasivo como lo soy yo.
Le vio con un temor que concluyó que jamás se iría de su mirada achocolatada.
Tendió su mano al menor y se obligó a apartar toda muestra del maldad de su expresión.
Si quería hacer al ángel caer, debía tentarle lo suficiente.
Pobrecito ángel...has confiado en un demonio.
Tomó su mano tras unos segundos de duda y sonrió con una ternura demasiado empalagosa al mayor.
Si supiera lo que le esperaba dudaba mucho que sonriese así. No, definitivamente no le sonreiría si se enteraba de lo que quería hacerle. Si supiera lo malo que podía ser ya estaría corriendo lejos de él.
Era tan inocente que había confiado fácilmente en él. Eso...sería un error que más tarde pagaría con creces. Mientras tanto podía disfrutar de la farsa que armaría para su conveniencia.

que está muy corto, pero en este justo momento es lo mejor que podrán obtener de .
Mi tiempo ahora es escaso y dudo poder actualizar seguido.
Nos leemos pronto

Emilyeliza

La mascota del depredadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora