Capítulo 13 Miedo y contradicción?

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Siente un nudo formarse en su garganta y el aire faltarle en el momento que escucha su voz, esa que está cargada de malicia, no hay rastro de arrepentimiento en él, y eso le duele más que nada.  Esperaba al menos una excusa para sus actos, o al menos una razón, pero ahora, sabe que nada de eso existe.  Solo fue un capricho del mayor que ya se había cumplido.
¿Le mataría ahora que tuvo lo deseado?
Quería hacer tanto...deseaba estudiar, ayudar a los demás como nunca hicieron con él, hacerles ver que no estaban solos, pero eso no se cumpliría, ¿cierto?
Retrocedió con dificultad cuando le vio acercarse.
¿Así terminaría todo? ¿Con él temblando al borde del llanto viéndole con suplica? ¿Con él enamorado de ese maligno ser?
Era injusto, no dejaba sentir algo hacia él, sin embargo, parecía que el miedo se encontraba teniendo una dura batalla con todo sentimiento romántico que había en su corazón.
Sus ojos sin brillo sorprendieron al de mirada azul, cuando le vio espero ver miedo e incluso odio, pero allí, sólo había una mirada vacía que no le decía nada acerca de lo que este estaba sintiendo.
¿Tanto le había roto?
Por un lado le aliviada el no ver emociones en su mirada y por el otro le desesperaba, pues la única razón por la cual se había acercado a él además de verle como una presa, era esos hermosos ojos tan expresivos que poseía, esos que le hacían sentir por un momento la humanidad volver.  Pero ahora él estaba roto, ya no servía, podía deshacerse de él.
En cuestión de segundos le vio arrinconado, sin salida, apoyando su espalda contra la pared mientras que le veía con esos ojos sin vida, tenía miedo, ¿verdad?
Le vio temblar, sujetar con su mano derecha su brazo izquierdo y clavar allí sus uñas.
¿Por qué se lastimaba así? ¿No entendía que sólo él podía hacerle daño?
Tal vez, si hubiese prestado atención, habría entendido que el pequeño solo buscaba con desespero algo que le ayudase a ignorar el hecho de haber sido traicionado, solo necesitaba cerrar sus ojos...y esperar su muerte.
Su cuello fue atrapado por la enorme mano del mayor -la cual lo era si la comparaba con las suyas-, sin embargo, no intento apartarla, siquiera lo hizo cuando se vio elevado unos centímetros del suelo.
¿Para qué luchar?
No pataleó, siquiera rogó por su vida, eso ya no tenía sentido.
Definitivamente, ya no era divertido.
Le dejó caer sin ni un poco de delicadeza, ante ello, él levantó su mirada viéndole con confusión.
¿Por qué no le mataba? ¿Qué más podría ofrecerle para su disfrute?
Su cuerpo ya había sido tomado y sus ilusiones echas pesados, ¿qué más deseaba?

Sinceramente, me vendría bien un par de ideas, a mi comienzan a faltarme, y realmente no quiero dejar esta historia botada.
¿Les gustaría ayudarme con sus comentarios?

Nos leemos pronto.

Emilyeliza

La mascota del depredadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora