Nuestras vidas se definen por oportunidades, incluso las que perdemos — El curioso caso de Benjamin Button de F. Scott Fitzgerald
Siempre había imaginado que la muerte se representaría con un camino iluminado que le llevaría hasta donde se suponía que debía ir, no obstante, solo era capaz de ver una profunda oscuridad que no hacía más que desesperarlo y hacerle querer llorar.
¿Los muertos podían llorar?"¡...liam!"
Le parecía escuchar una voz, una muy lejana, parecía aterradoramente familiar, podía notar lo que creyó angustia y quizás un llanto desesperado.
Tommy...¿si muero nos separaremos?
¿Qué era eso?
Esa voz era similar a la suya, posiblemente de su época infantil, pero en ese entonces no recuerda haber conocido a ningún "Tommy". Mucho menos verse al punto de soltar en llanto por temor de ser dejado atrás, pero...por alguna razón no lograba comprender cual era el significado de ser dejado.
Por favor no llores, no es tu culpa...
¿Culpa? ¿Qué estaba sucediendo?
Sentía una opresión hacerse presente en su pecho, tan potente que se sentía a punto de asfixiarse.
No debí dejarte...
Realmente conocía esa voz, sino se equivocaba ese era Tom, sonaba desesperado, como si algo le estuviese siendo arrebatado de forma repentina, algo demasiado valioso sin lo que era capaz de vivir, aquello que aseguraba su felicidad.
¡No puedes morir...! ¡Bill...! ¡Will...iam...!
Sentía su cuerpo ser sacudido como si un arrasador tornado estuviese pasando sobre él e intentase hacerle pedazos.
Tan aterrador...
¡Te prohíbo morir! ¡No te perderé una vez más!
Y finalmente la tardía luz se hizo presente, dejando a la vista la figura de alguien muy parecido a él, era alto, tal vez tendría unos dos años más, sus ojos eran mieles, su piel tan blanca como la nieve, tenía un curioso lunar bajo el mentón muy parecido al suyo.
Pero para su desesperación, este se hallaba cubierto de sangre, como si hubiese sido recientemente atacado por una feroz bestia. La respuesta le llego cuando vio los dos orificios en su cuello, apenas visible entre tanta sangre.
Se estremeció.
-¿Quién eres?- su voz fue vergonzosamente temblorosa.
-Yo soy William...o mejor dicho Bill...morí hace mucho tiempo...-y ahí fue cuando dejó de oír, que un muerto le hablase solo podía significar una cosa.
¡Joder! ¡¿Se había muerto?!
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La mascota del depredador
VampireNunca debió cruzarse en su camino, nunca debió enamorarse del predador.