Capítulo 1 Sueños

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Cuando la vida te ofrece un sueño que supera con creces tus expectativas no es razonable lamentarse de su conclusión.


Cuando despertó su cuerpo se encontraba bañado en sudor, de sus ojos decendían lágrimas que parecían no querer parar de bajar, su respiración era agitada e irregular.
Una pesadilla, eso es lo que era, una cruel y atemorizante pesadilla. Pero a pesar de saber lo que era, no podía evitar sentirse aterrado, desesperado.
Sabía que era imposible, que seres así no existían. Solo eran seres ficticios creados y utilizados en libros y películas de terror y en una que otra romántica en los más remotos casos.
¿Por qué ahora comenzaba a dudarlo?
Un fragmento de su pesadilla se hace presente en su mente haciéndole estremecer.
Podía recordarlo bien. Colmillos largos y filosos cual daga pero con mucho más poder, una sonrisa burlista y llena de maldad, una de esas que prometían peligro, muerte y eterno sufrimiento, su voz... o esa que al principio se mostró cargada de ternura y preocupación y luego mostró burla y frialdad, sus ojos tan azules como el mar...tan profundos y capaces de hacerte perder en ellos a causa de su atrayente  misterio, y sobre todo sus labios...esos carnosos y deseables labios que provenían de un predador.
¿Acaso andaba algo mal con él? ¿Sería acaso tantos esos golpes que lo habían atontado?
Meditó eso por algunos segundos y tras unos minutos llegó a la conclusión de que era propio probable.
Se levantó y camino tambaleándose de vez en cuando en su recorrido al baño.
El sueño seguía presente, tentándolo a volver a la cama y cerrar sus ojos.
                            ***
Su caminar es lento, pues aún tiene tiempo de sobra.
Su mirada color miel ve con confusión su alrededor. Ese día no era capaz de ver a ninguno de los que transiban por allí.
¿Se habían dormido?
La sensación de ser observado está presente, pero la ignora al convencerse de que su sueño le ha puesto paranoico.
¿Alguien observándolo a él?

Eso era ridículo, completamente imposible. Él no tenía  lo que las mujeres buscaban. Él no era alto, ni era un rubio teñido, no tenía ojos llamativos ni una hermosa piel bronceada. Él era más bien un joven de estatura baja, su cabello era de un tono castaño, poseía un flequillo que tapaba su ojo izquierdo, sus ojos son de color miel, grandes y expresivos, posee además unas envidiables pestañas, su piel es pálida, un color que para él es enfermizo.
No encajaba, lo sabía. Él no era como los demás y por ello debía sufrir.

Suspira con pesadez al ver el portón de ese lugar al cual llamaba cárcel.
Sería un día completamente largo, eso lo supo al verles sentados en las escaleras impidiendo el paso de aquel que desease pasar.
Pero no le quedaba de otra, él no tenía otro lugar por el cual pudiese entrar así que pasaría por allí arriesgándose a un posible golpe y una horrorosa humillación.
Pues no todo era un cuento de hadas o un hermoso sueño, él no tenía quien lo protegiera.

La mascota del depredadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora