Capítulo 29.

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P.O.V. Niall

Jueves, 25 Junio 2015

Nueve meses. Nueve meses desde que aquel pequeño sujeto se había apoderado de mi cuerpo. No me malinterpreten, le amaba infinitamente y me hacía querer explotar de felicidad. Pero en momentos como este, en que iba de un lado a otro a lo largo de la sala, daría lo que fuese por quitar el cansancio, la dificultad para moverme, las ganas de ir al baño cada diez minutos, el dolor de espalda y, por sobre todo, el nuevo dolor en los abdominales bajos que parecía no dejarme en paz.

-Deberías dejar de dar vueltas como un desquiciado, Niall.

-No puedo.

-Sí puedes.

-Mamá..

-Niall -bajó el libro que estaba leyendo para mirarme de reojo- si no dejas de moverte ese bebé se te va a escapar- ella sabía con qué atraparme.

-Bien -me quejé, arrojándome a su lado en el sofá- sólo estoy aburrido, lo siento. Liam y Louis deben estar pasándola de maravillas afuera y yo aquí encerrado.

-Por qué no intentas jugar con el bebé, solías pasar horas en ello.

-Apenas le siento moverse, ha crecido mucho.. ¡no logro ni verme los pies!

Ella soltó una agradable risita. Bajando su libro por completo.

-Oh, cariño. Ya verás como de aquí a unos días podrás volver a jugar con él.

-¿Crees que me duela? -pregunté, ahora cambiando de tema. Esa era una de las muchas cosas que no podía dejar de pensar sobre lo que se me venía.

-Por supuesto, siempre duele, pero no es nada del otro mundo. Podrás soportarlo, lo hemos hablado.

Asentí. Esa era la cosa con las madres, mienten, y mienten porque saben que no quieres saber la verdad. Les viene en el sueldo.


La puerta sonó al cerrarse y Liam apareció delante de ella.

-Gracias a Dios. Me estaba volviendo loco -caminé hacia él y lo rodeé con mis brazos, llenando su rostro de besitos.

Casi había pasado un mes del accidente y lo estaba llevando de maravilla. Los moratones y las heridas ya estaban desaparecidos casi por completo, le habían quitado los puntos y el yeso estaba en su etapa final. La única marca que le había quedado era una pequeña cicatriz en la pierna que seguro se iría con el tiempo.

-¿Te has aburrido mucho?

-Aburrido no, estresado sí. Ya sabes como divaga mi mente cuando no tengo nada que hacer -reí. Enredaba mis dedos en su levantado flequillo para luego quitarlos- ¿cómo les ha ido a ustedes? -pregunté.

-¡Bien! Ya tenemos el auto, está abajo.

-¿De verdad?

-Sí, podemos bajar a verlo. Louis se ha ido a su casa.

-Oh, pensaba invitarlo a la cena.

-Dijo algo sobre Harry y que nos veríamos en la cafetería a las ocho.

-¿Harry?

-Ahá, seguro tenían algo que hacer.

Me abrazó por la cintura, y caminó conmigo hasta la habitación, saludando a mi rubia madre en el camino.

Me acomodó sobre la cama con cuidado y gateó hasta quedar a mi lado.

-¿Cómo se ha portado este renacuajo? -preguntó, haciendo cosquillas a mis costados.

Little Snowflake [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora