Epílogo.

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P.O.V. Liam

1 Agosto 2015

Presioné mi cuerpo sobre el de Niall, cuidando no dañar su herida. Ahora que el tamaño de su vientre se había reducido notoriamente las cosas eran bastante menos difíciles.

Sus manos presionaban con firmeza mis caderas, buscando mantener un ritmo suave y firme a la vez.

Sentí sus pulgares escabullirse bajo la tela de mi polera, rozando mi piel con ellos.

-Niall.. –separé sus rojos labios de los míos hinchados.

-Mmm –brillantes ojos celestes me miraban con picardía.

-No podemos –reí.

-Maldita sea, para algo existen los condones, Liam.

-Pero..

-Basta, no quiero escucharte hablar –Dicho eso, subió sus manos a mi nuca, guiándome con fuerza de vuelta a sus labios.

Lenguas, labios, dientes y erecciones era de lo único que podía estar consciente hasta que un conocido llanto se hizo notar.

Me despegué de él, apoyando la frente en el espacio de su hombro. Frustrado.

-¿Qué hora es? –pregunté.

-No lo sé, quizás ¿media noche? –acarició el cabello de mi nuca con cariño- debe tener hambre.

Me moví hacia un costado y volví a deslizarme dentro de la polera que Niall había logrado quitarme.

-Iré a buscarlo ¿te molesta ir por su botella?

-Ya voy de camino –me sonrió con ganas y cruzó la puerta a paso rápido.

No era la cosa más simple del mundo, pero nos estábamos adaptando bien a la rutina de ser padres.

Niall y Alex se habían quedado una semana bajo los cuidados del hospital, a los que yo me sumé, negándome volver a casa sin ellos.

Maura se fue cuando les dieron de alta y mi querida madre se quedó con nosotros las siguientes dos semanas.

Loki también había sido recogido por Danielle a mediados de Julio.

Ahora llevábamos una semana solos y no podía estar más aliviado por ello.

El pequeño cuerpecito se movía con ganas en medio de la enorme cuna buscando atención. A pesar de haber crecido un buen tanto desde el mes que llevaba con nosotros, seguía siendo muy pequeñito. Recordaba a mamá alegando lo poco que duraba aquel adorable tamaño.

-Pero que tenemos aquí –le sonreí, estirando mis brazos sobre la baranda para alcanzarlo.

A los segundos lo tenía acurrucado en mi cuello, era una posición que se había acostumbrado a adoptar desde que estábamos en el hospital.

-Hey, ¿qué te ha despertado hoy? –hablaba despacio, el llanto había parado casi al instante y no quería asustarlo.

Cambié su pañal y volví a arroparlo con su pijama de jirafas, tomé el Panda, su peluche favorito, y volvimos a la otra habitación.

Niall no había vuelto aún, me volví a la puerta, buscando por él

-¿Ni?

-¡Ya voy! –el sonido amortiguado por las paredes llegó casi al mismo tiempo que Niall- entrégame a ese pequeño príncipe –habló, estirando sus manos para cogerlo.

El cabello dorado destacaba contra el azul pijama de Niall. Nos habían ofrecido cortarlo en el hospital, pero ambos dimos una rotunda negación. Era demasiado bonito como para hacer algo como aquello.

Little Snowflake [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora