TIENES UN MENSAJE

5.8K 467 29
                                        


Cuando esa mañana, Rebeca entra en el despacho y me ve, flipa en colores, se queda tan sorprendida por mi cambio de aspecto que parece que hasta le cuesta pronunciar palabra. Precisamente, ese es el efecto que quiero causar en el señor "soy un ogro", y al ver la reacción que han tenido todos mis compañeros, y ahora la de Rebeca, estoy deseando que él me vea. Lástima que todavía tengan que pasar varios días para que vuelva de San Francisco.

No llevo ni una hora en mi despecho, cuando empieza a sonar el teléfono de la oficina.

— ¿Puedo saber por qué coño no estás en mi despacho? —Vaya, parece que alguien se ha despertado de mal humor esta mañana.

— Buenos días a usted también señor Dempsey, ¿no ha dormido bien?

— ¡Déjate de gilipolleces Olivia, ¿dónde demonios estás? ¿No has ido a trabajar? —Pero que borde es cuando quiere joder.

— Por supuesto que estoy trabajando señor, —digo con voz melosa— lo que pasa que no me encuentro a gusto en su despacho, prefiero trabajar en el mío, si no le importa.

— ¿Puedo saber por qué no estás a gusto en mi despacho? Es mucho más grande que el tuyo, y está mejor equipado... —¡No estoy a gusto porque me vigilas con una puta cámara imbécil!

— Lo se, pero que quiere que le diga, no me gusta ser observada sin mi consentimiento.

— ¿Observada? —Pregunta cauto.

— Si, observada.

— ¿A qué te refieres exactamente? —¿Pero este tío cree que soy gilipollas o qué?

— Oh vamos señor, sabe de sobra a que me refiero. Sé que en alguna parte de su despacho hay una cámara...

— Por supuesto que hay una cámara. Pero no está ahí para vigilarte a ti Olivia, es por seguridad, por si entra algún desconocido, ya me entiendes.

— Si, claro que le entiendo, pero dígame, ¿por qué sabía que esta mañana no me encontraba en su despacho? —¡Venga confiesa!

— Bueno, he entrado en el programa de vigilancia desde el ordenador, y no verte me extraño.

— ¿ Y qué necesidad tiene de entrar en el programa de vigilancia señor? ¿No cree que si algo no fuera bien, ya se hubieran puesto en contacto con usted desde aquí? Dígame la verdad, ¿entra para controlarme?

— No Olivia, no entro para controlarte, entro para verte que es distinto. Echo de menos ver esos horrorosos trajes que te pones todos los días.

— ¿Y si son tan horrorosos, por qué los echa de menos? —Joder, estoy disfrutando como una enana con esta llamada— ¿No será que me echa de menos a mi señor? —¡Vamos campeón dilo!

— Touché señorita Murray, ha dado en el clavo, puntito para la señorita —¡Toma del frasco carrasco! Son las nueve de la mañana y ya tengo un punto.

— Vaya, la mañana no ha hecho más que empezar y, ya me he anotado un tanto señor. Eso quiere decir que vamos empatados ¿no?

— Si Olivia si, vamos empatados, pero no cantes victoria tan pronto, aún queda mucho día por delante... —Y el muy capullo cuelga el teléfono volviendo a dejarme otra vez con la palabra en la boca. ¡Qué manía más asquerosa leches! Aún así, no puedo evitar sonreír.

Levanto la mirada y me encuentro a Rebeca observándome perpleja y, con una de sus cejas tan alzada que prácticamente se une con su flequillo. ¡Mierda, me había olvidado por completo de ella! Disimulo mirando al ordenador, igual con un poco de suerte consigo librarme de sus preguntas. Pero va a ser que no.

LUSTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora