- Poseidón... ¿Por qué ahora me quieres dañar? - preguntó cruzándose de brazos y enarcando una ceja.
- Pues parece que no es tan bueno ya tener enemigos. Sobre todo si estamos escatimados los buenos villanos, mi querida.
- ¿Qué? - preguntó una Anna confusa y la rubia maldijo por lo bajo.
- Nada de importancia. - dijo fingiendo una sonrisa.- Sólo que te mentí ¿recuerdas que no te dejaba acercarte a las calderas? Era por Hans.
- ¿¡Lo has tenido preso!? - preguntó exaltada.
- Hasta hoy. - murmuró entre dientes y chasqueó los dedos para que apareciera en el piso de rodillas y con los ojos vendados.
Todos los presentes se sorprendieron de su condición. Él siempre había sido un "hijo de papi" pero ahora eso era lo mínimo que parecía; su rostro estaba demacrado, y su piel llena de rasguños y moretones. Poseidón poco a poco descendió junto con la princesa y la reina le quitó la venda a Hans.
- ¿Qué pasa? - le preguntó encandilado.
- Te irás...eres libre. - refunfuñó quitando las cadenas de sus manos. - Limítate a decir que solo te torturé... permaneciste con muchos privilegios que no le dio a cualquiera. - le susurró y en cuanto lo soltó, el joven salió corriendo como pudo a con su padre.
- ¿Cómo es que...? - la pelinaranja se acercó a su hermana pero esta sacó arena negra e hizo que se durmiera al instante.
- Pobre Anna... realmente te quiere. - dijo Poseidón a su lado mientras ambos miraban al frente como el barco real de las Islas del Sur desaparecía por las costas arendallianas.
- ¿Por qué les ayudaste? ¿A qué vino toda esa actuación? -le preguntó seca y este rio.
- Siempre al grano, joven princesa.
- Llevas mucho tiempo durmiendo con los peces. Ahora soy Reina y sigo teniendo tan poca paciencia como antes, es más, tengo menos y más te vale que me digas por qué les ayudaste ahora mismo.
- Teníamos negocios pendientes.
- ¿Tú negociando? Ja.
- Es cierto. Ellos cuidaron de mi pequeña y yo soy un hombre agradecido.
- Claro que sí. Y yo soy una pobre doncella en peligro.
- Allá tú si no quieres creerme. -Habló caminando hacia el muelle.- Y por cierto, acepté más que nada para invitarte personalmente a la boda.
- ¿Quién se casa?
- Mi hija con un valiente príncipe.
- ¿Tú también? Me decepcionas...
- No, ellos se aman increíblemente, me consta y haré todo para que mi hija sea feliz con su amor verdadero.
- Encantada estaré en primera fila para ver tal hecho memorable. O sino enviaré mi regalo- hablósarcástica, cruzada de brazos y el hombre rio con gracia.
- Te esperaré especialmente cuando envíen las invitaciones. -dijo antes de que el mar se lo llevara.
- Tú. -señaló a un pirata.- Llévate a mi hermana al palacio y no te quieras pasar de listo que lo pagarás. -ordenó y desapareció.
A pesar de todo le dio gusto ver a Poseidón. Quitando la parte en que osó amenazarle.
- ¿Y esa sonrisa? - preguntó mi tía mientras decidía por cual atuendo usar hoy.
- La hija de Poseidón se casa y con un valiente príncipe, qué ridiculez.
- ¿Es apuesto?
- Ni ganas de averiguarlo. Odio a esa niñita desde que sé de su existencia.
- Solo es una princesa ¿acaso le tienes celos? - preguntó graciosa ocasionando la rabia de su sobrina.
- ¡No vuelvas a decirlo! - gritó hecha cólera.- Soy mucho mejor que esa "princesa".
- La odias solo porque encontró el amor verdadero. Eso sí es cruel.
- La odio por el simple hecho de que existe ¡y ya! No daré más explicaciones sobre la princesa Vanne...
La puerta abrirse de un estruendo asustó a ambas y de inmediato se escondió su tía.
- ¿Qué te pasa? - preguntó al ver al peliblanco jadeante.
- La princesa Anna, llegó con un pirata y ahora quiere verla.
- Está prohibido entrar a mi habitación y de no ser porque creo que fallecerías te lo demostraría de otra manera.
- ¿No fueron suficiente los latigazos de anoche?
- No y menos ahora que me he quedado sin un... -se calló al darse cuenta de lo que diría.- Olvídelo y ya. Necesita un poco de descanso.
- No creo que eso sea necesario. Estoy listo para lo que desee. -se puso firme, recuperando la postura.
- ¿Todo lo que desee? - preguntó con una sonrisa pícara acercándose a él.- Mejoraste, debo admitirlo, pero ¿será suficiente?
- Yo...no.
- ¿Tú qué? Apuesto que podrás darme más. -murmuró besando su cuello lentamente.- Te dejaré quitarme la ropa esta vez. -susurró en su oído y el peliblanco de manera involuntaria buscó el corsé quitándolo lentamente hasta que cayó al suelo.
- ¿Por qué no puedo besarle los labios? - preguntó gimiendo por lo bajo. - Ya lo hizo aquel día en el lago...
- Las cosas han cambiado, esclavo, ahora debo protegerme y tú no me has probado del todo. Hay partes de mí que te aseguro desearas más. - dijo con una sonrisa lobuna atrayéndolo a la cama y haciendo que este se posicionara encima de ella.
- No...yo no puedo. - susurró con un rubor en sus mejillas ahora carmesí y ella bufó.
- Maldita sea. Tendré que adaptarme... - murmuró entre dientes e hizo que le mirara a los ojos oscurecidos ahora; por su oscuro ser y el deseo en sus venas.- Baja por mi cuello y llega a donde te apetezca ¿vale?
Él asintió exhorto y bajó el vestido junto con sus paños menores dejándola totalmente expuesta de la cintura hacia arriba, besó su cuello sacando varios suspiros de la platinada que ahora sin Hans, tendría que enseñar a su peliblanco cómo complacerla. Iba a bajar a sus pechos pero entonces llegó su hermana azotando la puerta junto con el rubio que si antes estaban discutiendo en el camino, ahora se quedaron petrificados al ver a los albinos en esas circunstancias, y estos a su vez, estaban demasiado sorprendidos.
- ¡¿Elsa?!
- ¡Jack!
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"La Tirana de Hielo" (Jelsa)
RomanceLa reina Elsa de Arendelle, hermosa como ella sola y malvada como nadie con el corazón hecho hielo. Desde el día de su coronación se ha encargado de propiciar miedo y pánico conquistando reinos y asesinando o esclavizando a cualquiera que se atrevie...