Volvieron

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— Ingrid dijo que querías verme. — Jack se detuvo en la puerta, Elsa levantó la vista de su libro cerrándolo de golpe, sin embargo no se movió. — ¿Qué es lo que pasa?

— Fue estúpido que te hablara. — Murmuró dándose la vuelta. — No deberías estar aquí y mucho menos de día.

— Estaré en cualquier momento que me necesites. — Respondió, caminando lentamente hasta quedar frente a ella.

— No le gustará saber eso a tu esposa. — Susurró con la mirada perdida hacia la ventana, Jack pudo ver el pesar en su postura.

— Dime qué es lo que pasa, por favor. — Se mojó los labios con nerviosismo, pocas veces la había visto dudando en algo, pocas veces lo dejaba verla así.

— Estoy a punto de cometer la segunda peor idiotez de mi vida. — Declaró sin convicción. — Estoy a punto de creer en ti.

Jack abrió los ojos con sorpresa, solo para sentir la duda de Elsa cada vez más presente. Avanzó hacia ella nuevamente y sonrió para si cuando vio que ella no se movió de su lugar.

— Hablé con Rapunzel... hablé con mi madre... — Se cruzó de brazos y Jack supo que era para protegerse a sí misma. El príncipe se colocó tras ella, acariciando tentativamente sus brazos. — ¿No me estás mintiendo esta vez?

— Mi amor por ti jamás fue mentira. — Susurró, aventurándose a estrecharla contra él. Elsa cerró los ojos dejándose envolver en su toque, Jack la abrazó con ternura mientras se recargaba en su pecho. — Te amo Elsa, estoy completa y sinceramente enamorado de ti, lo he estado por un largo tiempo y me parece que lo estaré por todo el tiempo que me quede de vida.

— Yo... yo... — Su voz le falló, el pecho se le apretó. Jack solo la abrazó con más fuerza, enterrando la cabeza en su cuello para aspirar su dulce aroma, aquel que lo enloquecía por tanto tiempo y depositó un suave beso en este.

— Puedo tomar una de tus pociones de aquí para decir la verdad. — Sugirió y pudo sentir cómo la sonrisa de su amada se ensanchaba incluso sin verla.

— ¿Confiarías en alguna cosa de aquí que te diera?

— Te confiaría mi vida. — Afirmó besando su sien.

Elsa se giró entre sus brazos para ver cualquier indicio en su rostro, pero la sonrisa tan soñadora que tenía y el brillo de sus ojos hicieron solo que su pecho se calentara.

Subió las manos a sus mejillas, trazando sus finos rasgos con los dedos. Jack bajó las manos a su cintura, acariciando suavemente el hueco de su cadera, completamente feliz por la familiaridad de la situación.

— Me gusta más revuelto. — Murmuró tirando de sus cortos cabellos despeinados, Jack rio encantadoramente.

— A mí me gustaba más el azul... — Le sonrió pasando sus dedos por las caderas. — Pero espero que cambie cuando termine nuestro aburrido cortejo tradicional

— Oh mi... ¿Estás bromeando?

— Bueno, solo porque no podemos tener chaperones pero será todo como si empezáramos a conocernos... solo que no hay parte de tu cuerpo que no conozca ya pero bueno...

— Te recuerdo que tú eres el que no quiere acostarse conmigo. — Presionó el dedo índice en su pecho. — Siempre te he dicho que hay lugares más interesantes qué besar.

— Pero yo quiero aquí... — Sonrió, pasando el pulgar por la comisura de sus labios, Elsa cerró los ojos dejándose llevar por su toque. — Siempre he querido aquí... siempre he anhelado la dulzura de su roce... el sabor a miel que tienen tus besos que cada vez me hacían elegir entre besarte o atarte para nunca dejarte ir.

"La Tirana de Hielo" (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora