Lo siento.

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Helga acarició los cabellos de su hermana con ternura, Ingrid reposaba la cabeza en sus piernas sin dejar de llorar.

— El reino de papá... se ha quedado abandonado. — Murmuró reprimiendo un sollozo.

— No me imagino qué tan decepcionado está de nosotras. — Comentó su hermana. — Pero todo estará bien, te lo prometo. — Besó su empapada mejilla y le sonrió. Ingrid apretó los labios, ya la había convencido de su dolor.

— Necesito verla, estar a su lado. — Se levantó mirándola suplicante. — Por favor...

— Mañana todos saldrán para allá, hoy quieren disfrutar su victoria, mañana se regodearán al verla, ¿Sabes que casi todos los príncipes se han alistado para torturarlos? Oh, lo siento, no era mi intención... — Se dio cuenta de su error al momento. La rubia bajó la mirada cabizabaja.

— ¿Nos iremos con ellos?

— Desde luego, debemos simular, no tenemos que levantar sospechas de nuestras intenciones, hermana.

— No quiero perderla, la amo como si fuese mi propia hija. — Recargó su cabeza en ella, su hermana le abrazó con una nostálgica sonrisa.

— Lo sé, y te recuerdo que es mi sobrina también. — Le miró de lado. — Haremos lo que sea por su bienestar, sin importar que este sea una celda.

"Oh, si tan solo supieras, hermanita..." reprimió sus pensamientos, no debía opacar su actuación.




Jack voló por los calabozos, cuidando el ser descubierto. Debía de aprovechar, debía de verla ahora que estaban más solos, si llegaban los demás reyes no podría contra todos ellos, le sería imposible buscar un momento a solas.

— Te voy a asesinar si algo sale mal. — Le susurró Tooth mientras caminaban hacia su destino. Jack le sonrió apenas, después de rogarle y suplicarle día y noche había accedido a ayudarle.

— Eres la mejor Hada de todas. — Mostró todos sus dientes, sabiendo que eran su perdición, Tooth cerró los ojos bufando.

— Lo sé. — Respondió con petulancia y suspiró antes de pasar la puerta de los calabozos, únicamente había dos prisioneros en estos. — Venimos a interrogarlos, deben salir.

Les habló con severidad a los guardias que se miraron entre sí, tenían la estricta orden de no dejarles solos por nada.

— Somos los guardianes, somos más aptos que ustedes. — Jack habló con desdén. — Es una orden, salgan.

Agradecían que los dragones no hablaban, los peores represores con los que contaban. Los soldados se retiraron y Tooth permaneció en la entrada, se paró junto a la primera celda que vio; la de Pitch.

— Yo te cubro aquí. — Murmuró observando por la rendija. Pitch estaba sentado en el piso, al verla le sonrió socarronamente y levantó el brazo en modo de saludo. Oh, gran error. Los dos dragones que estaban dentro con él, le dispararon, sus prendas cada vez más desgastadas volvieron a incendiarse y él gimió.

Los órdenes eran claras; al menor movimiento, disparo.

Elsa sonrió al escuchar a Pitch ser quemado, al fin algo de acción. Ya se estaba aburriendo de estar ahí, la platinada levantó la vista al escuchar pasos acercarse ¿Quién se atrevía a intentar lastimar a la Reina?

La sonrisa se le borró del rostro al verle, estaba preparar para enfrentar diversas cosas, pero no a él, no aún. Bajó la mirada a las cadenas que la aprisionaban, era eso muchísimo más fácil. Jack ordenó a chimuelo que lo esperara afuera, el dragón se rehusó y gruñó, pero terminó haciéndolo mientras el albino entraba cabizbajo.

"La Tirana de Hielo" (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora