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Cuando Kurapika iba de vuelta a casa, se detuvo frente una tienda nueva que habían inaugurado la tarde anterior.

"Casa de empeños." -decía el cartel de afuera.
A Kurapika le pareció raro una casa de empeños en el centro de la ciudad de York Shin, ya que algunas veces al año había subastas donde venía gente de todos los países a intentar vender sus riquezas.

Kurapika entró. Era un establecimiento pequeño. Más que una casa de empeños era una especie de bazar con objetos extraños o de otros países por un módico precio.

Le llamó la atención un anillo separado de los demás, en una caja al lado del mostrador. Era un anillo un poco grande, con el arandel fino, pero una enorme bola central, donde dentro había algo que él no conseguía distinguir.
Se acercó al mostrador.
- ¿Puedo verlo?
La dependienta era la típica viejecita sabia que parecía ser amable con todo el mundo.
- Adelante, muchacho.
- Oh, vaya.
Kurapika al fin distinguió lo que había dentro. Eran copos de diente de león. Básicamente lo que sale volando cuando soplas y pides un deseo.
- El diente de león es considerado una mala hierba, pero tiene numerosas propiedades medicinales, lo que la gente de por aquí aprecia mucho. - pensó para si mismo.
- Oiga, quien hizo este anillo?
- Ese anillo es muy antiguo, no podría decirte quien lo hizo, pero es imposible de abrir.
- No si lo rompes.
- Según dicen, no puede romperse. Los deseos de alguien se hayan ahí dentro.
- Eh?
- He abierto otros bazares antes, siempre he intentado vender ese anillo, pero por alguna razón, siempre vuelve a aparecer. Siempre viene alguien que me lo devuelve.
- No tiene sentido.
- Yo también he pensado eso antes. Numerosos viajeros que pasaban por mi bazar me narraban historias, mitos, sobre anillos como estos, incluso había gente que se los inventaba, pero yo siempre los escuchaba porque sonaban interesantes.
No recuerdo todas las historias, solo sé que todas concuerdan en algo.
- Todas concuerdan en algo?
- Cuenten la versión que cuenten, siempre mencionan un párrafo igual que los demás. Que dentro de ese anillo, están los deseos que un día alguien sopló y guardó para que perdurasen para siempre. También dicen que los guardó en ese anillo para dárselo a alguien, como si quisiera que sus deseos llegasen a otra persona.
También hay quien dice que simplemente alguien cogió un diente de león y lo introdujo dentro, sellando su base. Suena más lógico,no crees?

*Ti-ti-ti*
- Huh?
- Kurapika, necesito que vengas a la habitación del hotel donde estoy alojada, tenemos que hablar de un par de asuntos.
- No hay problema, señorita Neón.
- Bien, hasta ahora entonces.

*Cuelga*
-Bueno, tengo que irme.
- No te lo llevas?
- Creo que no - sonrió levemente.

Kurapika se dirigió al hotel donde se hospedaba la joven Neón Nostrade, una princesita enamorada de la ropa y coleccionista de partes humanas, hija de un pez gordo de los bajos mundos. Era una adivina que acertaba en sus predicciones 100% aseguradas.
Estaba en la ciudad de York Shin de paso, y Kurapika trabajaba protegiéndola.
Neón era una chica de más o menos la misma edad que Kurapika, caprichosa y terca ya que siempre había sido criada con la riqueza de su padre. Aún así, tenía un lado sensible y amable que pocos llegaban a percibir en ella.

- Será mejor que me de prisa, antes de que continúe llamándome.

chained to myself [ HxH ffic ]®™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora