Me levanté por el ruido del despertador. Fui al baño, me duche y lave mi boca. Salí del baño envuelta en una toalla, me dirigí hacia la cocina porque escuche un ruido.
-Perdón. -dijo Jeryl.
-¿Por qué? -dije.
-Por despertarte. -sonrió.
-No, ya tenía que levantarme. -sonreí.
-Estoy haciendo desayuno para amabas. -dijo y sonreí.
-Me vestiré y vuelvo enseguida. -dije y camine de vuelta a mi habitación.
Me vestí a la moda, nos gusta andar y sentirnos lindas. Rice las puntas de mi largo cabello y me maquille un poco nada más. Cogí mi bolso, no tendría que llevar mochila ya que podríamos escribir en una sola libreta todo. Revise mi celular y tenía toda la carga. Perfecto. Apague todo en mi habitación y me fui a la cocina.
-Que rico huele. -dije al sentarme para comenzar a comer el desayuno que mi gran mejor amiga me preparo.
-Gracias. -sonrió y empezamos a comer.
-¿Qué auto usaremos? -pregunté.
-El tuyo, el mío tiene algo malo y cuando lleguemos llamare un mecánico para que venga a revisarlo. -dijo ella y asentí. Teníamos unos buenos auto, eran iguales sólo que diferente color. El mío es negro y el de ella blanco.
-¿Terminaste? -dije al terminar de fregar mi plato.
-Si. -dijo ella y sonrió.
-¿Qué hora es? -dije.
-Faltan 30 minutos para entrar. -dijo ella bregando con su celular.
-Bien. Vamos. -dije y salimos. Fuimos al garaje y guíe yo.
Estaba perdida en mis pensamientos. Estaba nerviosa. Nuestros padres siempre nos han aislado del mundo. Cuando por fin nos dejo salir, me he vuelto tan chiquita en este mundo. Jeryl me da ánimos, ella sabe como lidiar con las cosas y eso es una de las cosas que admiró de ella. Exactamente faltaban 10 minutos. Estacione mi auto y Jeryl fue la primera en bajar. Esta universidad era para decir "la gente con dinero" nadie entra aquí fácilmente.
Coloque mis gafas, y apague el auto. Jeryl sonreía como una niña pequeña. Yo no tenía ánimo ni de sonreír ni tampoco de andar amable con nadie que no fuese Jeryl.
Ella seguía observando el gran edificio que es. La jale por el brazo y nos adentramos al lugar. Personas iban y venían en diferentes direcciones. No les hable de como soy físicamente. Bueno, mi cuerpo es lindo, tengo todo lo que una chica quisiera tener. Al igual que Jeryl, es perfecta diría yo. Lo único que no me gusta un poco son mis ojos. Todos dicen que son hermosos, pero para mi no lo son, son raros. Mi color de ojos son un color como la miel, muy claros para mi gusto. Pero todos se quedan embobados con eso. Jamás he visto otra persona que tenga mi mismo color de ojos.
-Quizás aquí haya alguien con el mismo color de ojos que tú. -dijo Jeryl haciendo que saliera de mis pensamientos.
-Que cosas dices. -bufe y mire a mi alrededor.
-Tengo que buscar nuestros horarios. -dijo ella.
-Ve, yo espero aquí. -sonreí y vi como se iba mezclando entre las personas. Gracias a Dios las personas eran normales y no como en Canadá que cada vez que nos veían era como si vieran algún famoso. No soy famosa, el famoso es mi padre.
Rápido sentí la mirada de un chico alto, pelo color negro, sonrisa linda, ojos negros y un bonito cuerpo. Me sentí incómoda y di varios pasos hacia atrás chocando con alguien, no lo mire porque sin querer deje caer una libreta de el.
-Perdón. No te vi. -dije nerviosa, el bajó a buscar su libreta. Su pelo es rubio pero un rubio como oscuro, casi creo que es castaño como el mío.
-No te preocupes. -dijo y se levanto. Dios mío, sus ojos.. son el mismo color de ojos que el mío. Su sonrisa es hermosa. Quede sorprendida.
-Mi nombre es _____ Collins. -sonreí amablemente estrechando mi mano y el la cogió agusto, sonrió.
-El mío es Justin Bieber. -Quede como una tonta con su sonrisa. Luego vi como el chico que hace poco no dejaba de mirarme pasar por mi lado enojado.
-Emm.. -no sabía que decir. En ese momento llego mi amiga.
-_____, aquí tienes. -dijo ella sin ver a Justin.
-Jeryl, el es Justin Bieber. Justin Bieber ella es mi mejor amiga, Jeryl Tisdale. -los presenté. Jeryl quedo boba también.
-Mucho gusto. -dijo el y se estrecharon las manos. El no dejaba de mirarme, suerte que tenía las gafas.
-El tiene el mismo color de ojos que tú. -dijo ella y el sonrió.
-¿En serio? Pensé que era el único que tenía este color de ojos aquí. Es muy incómodo que todos se queden sorprendidos por ello. -dijo el y sonrió. Jeryl quito mis gafas y el quedo impresionado. Eran el mismo color. El sonrió.
-Debemos irnos. -dije nerviosa y gire para irnos.
-¿Qué horarios tienen? -dijo el y volteamos a verlo. Jeryl se los enseño.
-Esos. -dijo ella.
-Son los mismos que el mío. -sonrió satisfecho, genial. Pensé sarcásticamente.
-Oh, que bien. -dijo Jeryl sonriendo.
-Por allá no es. Es por aquí. -dijo y me sentí estúpida, íbamos por el lado equivocado. -Si quieren puedo llevarlas y estar con ustedes hasta que se sientan en confianza. -el lo sabía, sabía que estaba nerviosa e incómoda.
-Gracias. -sonreí y el hizo que lo siguiéramos. Mi amiga seguía sin creer que nuestro color de ojos era el mismo.