Capítulo 23:

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- Madre, si vas a tenerme aquí encerrada las 24 horas del día por lo menos creo que tengo derecho a tener un celular ó una laptop.

Le reproché a mi madre quien estaba sentada viendo televisión.

Ella ni siquiera me miró.

Mi padre y ella han cambiado mucho y eso me duele en lo más profundo de mi alma. Soy su hija y no me pueden tratar como si no lo fuese.

- Hablaré con tu padre sobre eso.

Ella dijo, yo puse mis ojos en blanco.

- ¿Tampoco puedes llamar a Kylie para qué venga a visitarme?

Le dije, ella negó con la cabeza.

- Por favor, madre... Te lo suplicó.

Le dije, ella siguió como sí no me escuchará.


- ¡Te odio!

Grité llena de enojo.

Subí a mi habitación, cogí una maleta grande que tenía y vigile que mi madre se metiera a su habitación para darse una ducha.

He estado vigilando y anotando por más de dos semanas las rutinas de mi madre ya que es la única que está en la casa. Mi padre no se atreve a aparecerse aquí ya que estoy aquí y no quiere confrontarme. Sabe que le tengo rencor al igual que a mi madre.

Primero puse bastante o lo suficiente dinero en la maleta, tarjetas de crédito y pertenencias. Luego puse la ropa necesaria ó por lo menos la más importante que podría usar para dónde sea que me llevará el destino.

No, aún no sabía que iba a hacer o para dónde iba a ir pero si lograba salir de aquí sería un gran alivio.

Baje las escaleras, eran las diez y media de la noche y todo estaba oscuro, excepto por las luces del gran jardín que mi madre se pasaba todo el día arreglando.

- ¿Qué hace aquí a estas horas señorita?

Joder.

Maldita sea todo.

Paul, uno de los vigilantes de la casa de mis padres, me sorprendió mientras intentaba cargar la pesada maleta que tenía detrás de mí.

- Por favor, no se lo digas a mi madre, Paul.

Le rogué.

Estaba tan nerviosa que mis lágrimas comenzaron a salir, el me miró con pena y me estudio.

- Señorita, sabe que le tengo mucho aprecio, es como una sobrina para mi, pero no debo dejarla escapar.

Paul siguió hablando.

- Te lo ruego, Paul, yo puedo pagarte por tu silencio.

Le dije, el negó con la cabeza.

- Te ayudaré, sólo por qué es que estas viviendo un infierno en esta casa y yo no puedo seguir permitiendo eso.


Me dijo, yo lo abracé fuertemente.

Acepta que nos enamoramos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora