Resumen de lo gris.

Nomadeando.

Es gracioso, ya no me importa tanto. 

Voy caminando a la mitad de la carretera, cargando una maleta llena de ropa, libros y soledades. Un carro casi me arrolla, el conductor quiso sulfurarme con su furia, pero mis ojos lo paralizaron con consternación, así que solo giró la cabeza y se marchó. 

Los auriculares cuelgan de mis grandes orejas, mis piernas caminan por inercia, han recorrido tantas veces este camino que podría andar a ciegas. Los arboles se menean a mi alrededor, ya saben a dónde voy, se convirtieron en los veladores de mi viajes. 

Soy nómada de medio tiempo.

 Las personas nunca permanecen en mi ruta, no pueden seguirme el paso.

 Podría decir que estoy cansada de andar, pero sería una contradicción de mi parte. Me gustaría parar y asentar mi civilización interna, pero probablemente ésta comenzaría una guerra civil en busca de la libertad para remontar su búsqueda de nuevos horizontes. Una vez que comienzas a caminar, tus pies se acostumbran tanto al movimiento que cuando intentas detenerte éstos intentan separarse de ti para continuar con lo suyo. He pasado mucho tiempo intentando reemplazar el hogar que una vez me abandonó, he visitado establecimientos ajenos, he intentado saquear otros tantos, pero ninguno es lo suficientemente grande para mi necedad. Algunas veces me rindo y me detengo en seco, pero basta con echarle un vistazo al niño de las pestañas chinas, ese que me empuja por la espalda cuando me doy por vencida, basta con mirar sus ganas de vivir, para darme cuenta de que quizás, solo quizás, mi hogar ha estado todo el tiempo ahí, abrazándome por detrás para no perderme de vista. 

Tal vez he estado buscando mal, quizás en vez de buscar direcciones, debí empezar buscando nombres, ojos, corazones.