Ahora si, vamos a dejar las cosas bien claras. O me sueltas o terminas de cortarme las venas. Aquí no vine a arrastrarme en lodo solo para que vayan y me metan con los defectuosos, aquí vine y me embarré la cara con tierra y agua para que vayas y me pongas en tu cartera.
Tu bien sabías, sabías lo que iba a pasar. Sabías que te iba a sacar los ojos con la primera rama que encontrara, y bien sabías que me ibas a romper la caja torácica con tu cabello, negro como tus ojos, negro como tus intenciones. Sabías, desde el instante en que pusiste tus manos en mi cráneo, que ibas a volverme loca con todas esas palabras selectas y esos movimientos de burgués fallido. Tus dientes casi perfectos ya se habían clavado en mis costillas incluso antes de que lograras divisarlas. Eres todo un profeta, y eso que ni tu vida alcanzas a ver más allá de las nueve de la mañana.
Esta vez, mi bella falacia, vamos a ponerle un sentido a este clímax interminable, por que de seguir así me temo que voy a acabar aventando las pocas letras que me quedan de tus clavículas por la ventana. Por favor, te suplico desde lo más rojo de mis rodillas, haz que esta vigilia constante termine, porque mis ojos piden a gritos cerrarse sin sentir el miedo de vislumbrarte a través de mis chuecas pestañas, y mis dedos sangran de tanto acariciar tu espalda.
Hoy, ahora, en estos mismos instantes, mi negro dolor, te pongo un ultimátum, o decides tu o dejamos que decida la noche.
Ven y termina de matarme, en la manera que te parezca más placida, con la mirada que más te guste clavarme, hazlo ahora que me encuentro al rojo vivo, ahora que estoy resignada a la maldita elección de tu malcriado ser.
Acaba conmigo, de inmediato, porque te lo advierto, o lo haces tu, o lo hago yo.
Y de una vez te aviso, la muerte a mano propia no va conmigo.
Aún.
ESTÁS LEYENDO
Resumen de lo gris.
RandomCiclo sin orden aparente. Ojalá que te quedes hasta el final.