Estoy ebria hasta los tobillos, ebria de ponche y de miedo.
Es casi como si pudiera olerlo, puedo sentirlo penetrar mi piel como la humedad del agua después de salir del la regadera. Huele a galletas, a piel y a tierra mojada.
A eso huele la melancolía, a cosas del pasado y a sábanas usadas.
Me siento vacía, otra vez, aunque eso ya no debería ser una novedad. Si prestas atención, dentro puedes escuchar a mi razón saltando de arriba a abajo, como la alcancía a medio vaciar de algún niñeto malcriado. Ojalá a mi no me rompan cuando necesiten las sobras.
Todas esas pequeñas luces de colores me dejan ciega, hay demasiados retrocesos en ellas. Es como mirar un caleidoscopio hecho de piezas sin simetría alguna. Todo se ve distorsionado, chueco y sin patrones. No me gusta, no me gusta para nada. Solía hacerlo, pero creo que hoy no.
Si tan solo pudiera arrancarme los poros de la piel, o el tuétano de los huesos.
Si tan solo la noche dejara de actuar tan indiferente. Es una maldita.
Supongo que hoy haré lo de siempre.
Hoy voy a irme a la cama y voy a pretender dormir mientras observo como el frío se lleva lo poco que queda de mi sistema óseo.
¿Quién necesita ojos cuando no hay nada que mirar?
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Resumen de lo gris.
AcakCiclo sin orden aparente. Ojalá que te quedes hasta el final.