Que vida, la vida.

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Sí, sigo petrificada, horrorizada, pasmada de la vida, porque sí, me da miedo levantarme por la mañana y tener que lidiar con ella. Me mortifica tener que despertar otro día más y  cumplir todas esas responsabilidades morales y sociales que me fueron consignadas en contra de mi voluntad. Me asusta tener que afrontar sola la crueldad que vuela en el aire y que entra a mis oídos en forma de expectativas, criticas y estatus. 

Lo que quiero de esta engañosa vida, es poder sentirme libre, poder sentirlo y que la gente a mi al rededor también lo haga.

Realmente quiero poder escuchar mi voz aunque sea una misera vez por encima del océano de existencias que hay en este mundo. 

Quiero ser libre, sí, pero quiero serlo a mi manera.

No me apetece la libertad que todos consideran normal y aceptable, porque ese concepto  me disgusta de sobre manera. No quiero el "libre" que tienen todos en mente cuando anhelan salir de su larga jornada de trabajo para ser esclavizados después por una vida llena de monotonía y cenas familiares silenciosas.

No me alcanza con la utopía en la que vive la mayoría de la gente en sus cabezas cuando están cansados de intentar figurar de donde van a sacar el dinero para saldar sus necesidades y las de los que dependen de ellos. No, no quiero vivir pensando que libertad significa poder elegir qué ropa voy a usar hoy para lucir bien y así lograr encajar en una sociedad a la que "libremente" elegí unirme. 

Quiero libertad, de esa que puedes sentir en tu huesos cuando el sol comienza a entrar entre tus pestañas, y tienes ganas de saltar de la cama y gritarle a tu mamá lo maravilloso que es sentir tus pulmones respirando, sin preocupaciones, sin tristeza , sin complejos. Libertad, de la que me invita a sentir mis caderas y saber que soy la mujer más afortunada por tenerlas, de la que se mofa de mis piernas velludas pero se aferra a ellas como si fueran lo más precioso que jamás vio. 

Tengo ganas de sentir esa felicidad que viene después de gritarle a alguien que se calle, y debo confesare que mi propósito es poder amanecer con una sonrisa en los ojos.

Me encantaría dormir bajo sábanas frías y susurrar un ligero "te quiero" a la persona que respira tranquilamente junto a mi hombro, esa que elegí porque me parece la cosa más bella que el universo jamás creó, y no porque la corriente me dijo que debía encontrar a alguien para no morir sola.  

Quiero hablar de arte sin saber un carajo de artistas y obras famosas, darle a mi existencia el rumbo que se me apetezca, bailar en medio de la calle y morir escribiendo, con una taza de café siempre en la mano. Seguir al hombre del ukelele y al de la batería a todas partes, y poder iniciar una conversación inusual con el joven y bien parecido hombre que se sube al mismo autobús que yo todos los fines de semana a las seis con veinticinco de la mañana. Amar a tantas personas como sea posible sin recibir miradas juiciosas, y darle todo mi dinero a la anciana que vive en la esquina, esa que se asombra por que la luz de la lámpara de aquel cerro luce demasiado cercana.

Quiero mirarme en el espejo y poder reconocer a la persona que está del otro lado, quiero demostrarle que sigo siendo lo que fui cuando mis padres aún no se conocían. Quiero ser nada, y sentirme a gusto con ello.

Libertad es lo que busco, y lo único que necesito para encontrarla es dejar de tener miedo, a lo que soy y a lo que mis pies pisan.

Lo único que necesito lograr para ser libre, es dejar de tenerle miedo a la vida

Fácil, ¿no es así?






Resumen de lo gris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora