Jamás dice una sola palabra sobre su interior.
Su rostro fino y alargado contrasta con sus ganas atrofiadas de vivir. Jamás lo miras con rabietas en la cara, pero si prestas atención, si miras de más cerca, notarás que sus ojos, pequeños planetas hundidos en agujeros negros que no llevan a ningún lado, desprenden ondas de melancolía y soledad. Lograr mirar esa sonrisa tan característica de él, es realmente como mirar a un niño reír después de haber pasado la tarde llorando.
Se cubre de seguridad vaga, solo para ocultar sus más grandes temores. La razón por la que no confía en nadie, es quizás porque jamás nadie se lo permitió. Va y viene, se toca el pelo, se muerde las uñas y tiembla sin parar. Su cuerpo hace de todo para intentar ganar una guerra que solo el mismo percibe. Sin embargo, si tocas su piel, si logras ver detrás de esos enormes cabellos, quizás descubrirás que él, como todos, tiene miedo a estar solo.
Nadie quiere estar solo.
La soledad y el terror lo consumen con cada palabra autosuficente que sale de su boca.
Podías intentarlo por horas, podrías intentar adivinar que es lo que pasa dentro de ese estuche de huesos y alma, y aún así el encontraría una manera de desaparecer las pistas.
La realidad aquí, es que los seres más honestos, generalmente son aquellos que se rehúsan a encontrarse a solas consigo mismos.
Es un extraño frecuente en su propio mundo y en su hogar.
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Resumen de lo gris.
DiversosCiclo sin orden aparente. Ojalá que te quedes hasta el final.