Realmente nunca comprendes la magnitud de querer a alguien hasta que empieza a dolerte.
Te sientas ahí, justo en frente de esa persona, y tus ojos no paran de admirar esas pequeñas imperfecciones. La manera en que sus cabellos vuelan y se rompen contra el aire que entra por la ventana del autobús, el color quemado de sus ojos café clásico cuando miran la luz del sol. Esas prominentes clavículas o los incontables lunares escondidos al rededor de su cuerpo, su universo. La manera en que pretende seguridad cuando camina y el tamaño que adquieren sus ojos cuando sonríen.
Es irónico que te haga sentir tan vivo matándote con cada respirar que da.
Dicen las lejanas lenguas que tu alma gemela es aquella que jamás te hace sentir incertidumbre, aquella que te brinda tranquilidad. La verdad es que jamás me había sentido tan en paz amando el desastre que ocasiona en mí.
Y quizás el dolor es la sensación más deleitante que hay, o quizás solo encontramos maneras de pintar el dolor con los arcoiris que crecen en otras personas.
Tu mirada se encuentra con aquellos ojos que tanto te quitan el sueño, y comienzas a extrañarlos incluso antes de que se desvanezcan con el pasar de las horas, porque aunque nunca se va, tampoco se queda.
Recorres las lineas de su vida a través de sus palmas y el roce de su piel te quema y se funde en tus yemas. Y no te importaría morir ahogado si fuesen sus suspiros los que sofocasen tus pulmones.
Una vez que tus sentidos se acostumbran a su presencia también se adaptan a su ausencia, y la adornan con recuerdos y hojas secas del árbol más bonito que hay, aquel que acostumbran admirar de regreso a casa. Porque cuando tus cabellos adoptan la forma de sus largos dedos gracias a todas esas tardes que pasaron navegando en ellos, no hay como escapar.
Sin duda no comprendes la poesía hasta que sus labios escriben la más bella sobre tus sientes.
La verdad es que nunca comprendes la maravilla que es querer a alguien hasta que te cala los huesos.
ESTÁS LEYENDO
Resumen de lo gris.
AcakCiclo sin orden aparente. Ojalá que te quedes hasta el final.