CAPITULO 22
parte I
"¿Qué debo saber...?"
Un silencio excesivamente incómodo se apoderó de la mesa.
Layam y Neil se dedicaban ciertas miradas cómplices que me hacían sentir fatal, mientras Louis me observaba con lástima.
—Dime algo —pedí.
Mis lágrimas se burlaban de mí y los sollozos hacían que las personas alrededor me miraran como tal animal en exposición.
Me sentía pésimo.
—Harry... yo... eh... yo... —tartamudeaba. En menos de dos segundos ya se había roto en llanto, como yo.
— ¿Me acompañan chicos? —preguntó Layam poniéndose de pie.
Neil y mi buen amigo Louis lo acompañaron lejos de la mesa en la que nos encontrábamos.
Ahora quedábamos ella, y yo.
_______ jugaba con las llaves que traía en las manos, sin mirarme. Sus cabellos rozaban su rostro y parecía no importarle, porque cuando levanté la mirada, ella se hundía en la sombra de estos.
—Harry, lo lamento —dijo con dificultad. Llorábamos, y llorábamos, pero no éramos capaces de hablar.
— ¿Por qué? —pregunté de la misma manera.
—Porque... —colocó su mano deteniendo su cabeza, sin mirarme y continuó sollozando —no he sido totalmente sincera contigo —me dijo.
—Yo lo sé. Sé que lo que dijiste era mentira, y que no piensas así de mí. Lo sé, lo sé —asentí.
—No es eso, Harry —elevó su mirada a penas a mi camisa, pero sin mirarme —. Yo... no te merezco.
—No —negué —. No vengas a decirme esas mentiras... si vas a mentirme, inventa algo mejor —pedí.
— ¡No te estoy mintiendo! —y entonces me miró.
Con ambos ojos rojos de tanto llorar, y unas ojeras que me indicaban su llanto por las noches.
—Eso no me importa, _______. Lo único que quiero es que regreses a casa —sollocé —, que me prepares bizcochos... que me beses por las noches. Quiero que te pongas de puntillas para abrazarme y que me insultes con las palabrotas que usas —sonreí melancólicamente —. _______ Styles... quiero que seas la madre de mis hijos —le dije.
'¿Por qué dije aquella cosa?, ¿Qué me está pasando? ¡¿La madre de mis hijos?! La vas a asustar y querrá irse para siempre. Idiota'
—Harry, basta —negó levemente.
—No, _______, no me hagas esto. No puedes simplemente abandonarme, y pretender que no pasa nada.
—Tú no entiendes...
—Claro que entiendo —aseguré —. Tú no entiendes que me has cambiado la vida... cariño, has hecho lo que creí imposible —ella suspiró y soltó lágrimas curiosas —. Me enamoraste —dije más suave, entre una sonrisilla extraña —, yo... te amo, _______.
¿Peor momento para decirlo?, no lo creo. Vaya que era idiota.
—No, Harry... cállate, basta —se puso de pie y tomó su bolso —. No digas eso, tú no puedes estar enamorado de mí... Harry, no por favor... para, eso es mentira —pidió ella sin dejar de llorar.
—No es mentira. ¿Qué no era enamorarme lo que tú querías?, lo lograste —la acompañé y sonreí entre lágrimas.
—Logré otras cosas también —dijo ella girando la mirada hacia otro lugar.
— ¿Cómo qué? —pregunté.
'Hacerme feliz' pensé.
—Engañarte —dijo —, de mil maneras —negó.
— ¿Engañarme? —miré a los lados, las personas nos observaban —. ¡Me importa un pedazo de mierda vivir engañado si es por ti! —le dije. 'Harry... estás demente' —. ¿No me ves? —pregunté —Parado aquí, como idiota, rogándote que vuelvas a casa porque en estos meses me di cuenta que no puedo vivir sin ti, así de simple —expliqué sollozando.
Ella me miraba triste, ¿por qué?
Las chicas se ponen felices cuando esas cosas pasan, pero ella no.
—No Harry, no —negó nuevamente —. Para, hasta aquí. Ya no puedo escuchar más.
— ¿Quieres que me arrodille?, eso haré —me hinqué frente a ella y esta se cruzó de brazos.
—No me hagas esto, ponte de pie —las personas nos observaban y no dejaban de sonreír tan melancólicamente como nosotros lo hacíamos.
—_______ —suspiré y la miré —. Perdóname, porque he sido un idiota y no te he dado lo que has merecido —inicié —, perdóname porque jamás intenté cortejarte... perdóname porque golpeé a Neil, porque nunca te agradecí llegar a mi vida en el mejor momento... perdóname, porque al principio me negué a enamorarme de ti, y mírame —reí llorando —, arrodillado frente a mi hermosa esposa... pidiéndole de la forma más normal que se me ha ocurrido, que vuelva a casa. Lo único que te pido es que vuelvas a mí... no puedo dejar de extrañarte, eres lo único que me queda, y... estoy dispuesto a amarte el hasta que la muerte nos separe, ¿Qué dices? —pregunté lleno de esperanza.
Ella me miraba, con ambas manos en la boca mientras lloraba intensamente y notaba a las personas esperar una respuesta.
—No puedo hacerte esto —dijo al cabo de unos segundos —... tú no me mereces a mí. No has entendido...
—Y no quiero hacerlo —respondí —. ¿Me has estado mintiendo?, bien. No me interesa... estoy dispuesto a perdonarte cualquier cosa con tal de que regreses a mí, _______ —vacilé un poco y ella continuó sin responder —. Hazlo, al menos por las semanas que me quedan de vida —pedí.
— ¿Ya lo sabes? —preguntó luego de suspirar.
— ¿Qué debo saber?... —