CAPITULO 14
Había pasado una semana desde la noche en la que leí la carta que papá y mamá escribieron, y la misma cantidad desde que ______ y yo estábamos técnicamente juntos.
La casa entera estaba a nuestra disposición, lo cual me hacía sentir solo a veces, pero la mayor parte del tiempo me encantaba.
Diariamente pensaba en lo que papá escribió.
______ estaba en el tocador, maquillándose para ir a cenar conmigo. La había invitado, porque todo había sido en torno a mí, y no le había dado nada de créditos.
Me puse uno de mis mejores smokings, usé la colonia más deliciosa de mi repertorio y me peiné por primera vez desde que me enteré del cáncer. Estaba listo.
- ¿Lista? -pregunté, parado frente al espejo en donde ella se arreglaba.
-Lista -dijo.
Llevaba un vestido negro con bordados dorados a los costados, un escote de medio lado y unos tacones negros. Su cabello castaño estaba suelto a lo natural, con una línea vertical en el medio y sus ojos se veían resaltados por el maquillaje que traía consigo.
Se veía hermosssaaaa. Sí, con tantas 's' y 'a'.
-Te ves hermosa -susurré a su oído de camino al auto y ella se sonrió.
-Tu hueles delicioso, y eso te hace más guapo -sonreí.
Le abrí la puerta del auto, como Mitch me dijo que hiciera, y conduje todo el camino hasta el restaurante, en silencio.
Bajamos juntos y caminamos uno al lado del otro, ambos en silencio. Tomé coraje y entrelacé su mano en la mía, uniéndonos al caminar, y elevé esta a mí para besar su antemano.
Nos entregaron la mesa que nos correspondía y nos sentamos uno frente al otro para luego recibir la carta del menú. Todo iba bien.
- ¿Qué vas a pedir? -pregunté.
-Algo simple -dijo con la vista a la carta -, no quiero que gastes mucho.
-Eso no es lo que importa. ¿Acaso has olvidado que soy millonario? -pregunté y ella elevó la vista sobre la carta en sus manos.
- ¿Seguro? -preguntó.
-Seguro, Bonita -le dije, tomando de su mano sobre la mesa -, somos millonarios. Podemos gastar lo que queramos. Es una cita, y yo pago todo.
En las últimas semanas el dinero había estado de último en mi lista de prioridades. Todos mis bienes pasarían a ______ cuando muriera, si es que lo hacía, y estaba más preocupado en el cáncer que en hacer crecer mis negocios.
-Pidamos bistec, y listo -se limitó a decir, y el camarero apuntó.
-Yo quiero lo mismo, y de postre una rebanada de pastel de chocolate -le dije. El camarero tomó las cartas y se retiró con las órdenes.
- ¿Acaso no te cansas de comer chocolate, Styles? -preguntó sonriente y yo la imité.
-Nunca -me limité decir -. Bonita -llamé su atención -, tengo algo importante que decir...
- ¿Qué cosa?
Estaba nervioso. Había planificado decirle esa noche la existencia de mi cáncer, porque no podría soportar tanto tiempo muriendo por dentro, sin que ella lo supiese.
-Amm -emití. Bajé la mirada con ambas manos sobre la mesa, mientras ella rascaba su cuello y suspiraba lento -. Debo mostrarte algo -le dije -... pero tengo miedo.
- ¿Miedo de que? -preguntó.
-De que te enfades y me dejes -le dije.
-Ya te he dejado claro que no voy a dejarte hasta que mueras. Y punto, fin de la discusión -dijo.