CAPITULO 28
"Caroline y mis puños"
—Liam —susurré al teléfono.
— ¿Ya sabe, no?
—Si —apenas pude decir.
Mis lágrimas escurrían hasta mi cuello y no podía hacerlas parar.
— ¿Estás bien? —preguntó.
—No...
—Cuéntame. Estás en altavoz, y Niall escucha.
—Me ha ignorado... todos los días... todo el día —sollocé.
— ¿No ha dicho nada?
—No...
—Tú sabías que es...
—Tenías razón —interrumpí.
— ¿Sobre qué?
—Lo amo Liam —sequé mis lágrimas con la dorso de mi mano —. Lo amo demasiado... y esto es tan doloroso.
— ¡Lo sabíamos! —gritó Niall —, ¡Me debes vein... auuuuuch...!
— ¿Lo golpeaste? —pregunté.
—De nada —suspiré. Pero no tardó más de dos segundos.
— ¿Qué hago, Liam? Ayúdame, estoy volviéndome loca. He llorado horas y no encuentro soluciones.
—No hagas nada.
—Eres muy malo en esto.
—Lo sé.
—Ya no quiero llorar —suspiré con dificultad y limpié mi nariz —. Estoy cansada y lo extraño mucho —Liam suspiró y escuché algunos susurros.
—Solo el tiempo cura heridas —me dijo.
—Puta madre, Liam. Será mejor que me vaya.
—No hagas nada tonto, por favor. Hazlo por nosotros.
—Cuando solucione esto hablaremos —cerré ambos ojos.
—Te amamos —asentí.
—Yo los amo más.
Dejé el teléfono en su lugar y luego de lavarme la cara con abundante agua, subí al segundo piso.
Me paré frente a la puerta y me sorprendí de escuchar que solo conversaban.
Ella lanzaba palabras idiotas y el las evadía con algo casi igual de incoherente. Pero aún así no me sentía bien.
...
Eli no regresaba, y yo continuaba muriendo entre lágrimas esperando por una solución.
Caroline y Harry comían en el comedor los bizcochos que yo dejé preparados, pero no dije nada.
Bajé las escaleras camino al tendedero para colocar la toalla que había dejado empapada de lágrimas, cuando vi a Caroline acercarse provocadoramente a Harry, y antes de que pudiera reaccionar, yo ya estaba sobre ella dándole de golpes.
La golpeaba en la cara, y trataba de tragarme las lágrimas que se acumulaban en mis ojos, pero cuando Harry me gritó que me alejara, estas salieron poderosamente a burlarse de mí.
— ¡Déjala en paz, maldita sea! —gritó. Me haló fuerte del brazo y me puso de pie.
— ¡Perra maldita! —ladró Caroline, pero la ignoré.
—Será mejor que te vayas —comentó él —. Luego te llamo —ella me miró horrible, y luego se largó.
Puse mi mano en mi frente y levanté mi fleco desesperada porque mis lágrimas no querían parar.
—Perdón, yo no quería hacer eso... —me apoyé en la columna, y sollocé, pero él no dijo nada.
Se acercó a mí y sin decir una palabra, me abrazó fuerte. Frotó su mano en mi espalda y comenzó a susurrar una canción.
No había palabras claras, pero todo se entendía.
Yo no podía dejar de llorar, no podía.
—No tienes que llorar —susurró, pero no se apartó de mí —. Me ha partido el corazón verte tan devastada —besó mi hombro y yo me adjunté a su cuerpo —. Me tiene mal verte así.
—Perdón, Harry yo...
—No digas nada. No me debes explicaciones —me rodeó con ambos brazos y besó mi mejía luego de secar las lágrimas que estaban saliendo.
Luego silencio por unos segundos, pero fue el mejor momento.
—Perdóname Harry, lo lamento tanto.
—Me estás pidiendo algo que hice hace tiempo —sonrió, y yo lo imité.