CAPITULO 30
"Reaparición del cáncer"
—A ver si entiendo —junta las manos frente a la mesa y sonríe —. Se enteró de la verdad, se molestó, lloraste horas, te engañó...
—No lo hizo pero...
—Entiendo. Luego, te ignoró días, y de la nada te habla como extraña. Y hace tres meses quiso empezar todo desde cero.
—Ajá —emití.
—Mierda, _________, yo lo hubiera mandado al carajo —reí.
—La diferencia es que yo lo amo.
— ¿Y...? —reí nuevamente, pero esta vez a carcajadas.
—Ya, no es para tanto. Desde el principio todo era muy extraño.
—Ni me lo recuerdes. Te casas y el pretende morir.
—Sobre eso...
—No me digas que murió —sonreí —, si lo hizo deberás escribir una buena novela.
—Está en el médico. Iré con él luego de esto.
— ¿Estará bien?
—No lo sé...
—Ahora debo irme. Pero si llegas a saber algo, no dudes en llamar, ¿Bien? —se acercó a mí y me abrazó fuerte — Te quiero, y por favor, dile al ruloso que no sea tan raro —reí.
—Le diré.(...)
— ¿Cómo está? —pregunté mientras estribaba mi desgastada bolsa llena de medicamentos en la mesa.
—Eh —Eli y Lou intercambiaron miradas, y luego devolvieron la vista a mí.
— ¿Qué pasa? —pregunté.
Lou negó con la cabeza y Eli sonrió falsamente.
—Alguien diga algo, por favor —suspiré.
—Está adentro. Aún no sabemos nada —me senté y solté todo el aire que estaba guardando.
—Espero que todo salga bien...
—Nosotros también.No podía creer que ya hubiesen pasado tres meses desde el tremendo drama que nos echamos encima. Vamos, hablando en serio, a la gente normal no le pasan esas cosas.
Fueron demasiadas escenas de drama y exageración las que nos dejaron desgastados, e hicieron mejor nuestra relación.Empezar de cero fue la mejor idea que tuvo.
Se comportaba como un caballero, y se esforzaba en sorprenderme –lo que siempre lograba, pero shhh –y me encantaba. Me fascinaba sentirme especial y única. Me gustaba que me dijera que me quería, y poder sentirme tan cómoda al oírlo.Por las noches dormíamos en camas diferentes, pero nos acostábamos a altas horas de la madrugada hablando sobre idioteces, que la mayor parte de las veces, eran interrumpidas por Louis pegando de portazos para que nos calláramos.
Era gracioso.
Levantarme por las mañanas, preparar el desayuno para nuestros huéspedes –aparentemente permanentes –y recibir un beso de comida de mi esposo.
Amaba llamarlo "mí esposo". Era mío. Solo mío.
Me llevaba de la mano en la calle, y a veces se detenía para besarme sin importarle quien nos observaba.Una tarde, estábamos sentados en la orilla de una fuente, y sentí su mirada casi quemarle la piel. Sonreí, pero él no me imitó. Únicamente agregó un "estas malditas mariposas me están matando". Y lo más gracioso de todo, es que a mí me estaba pasando exactamente lo mismo.
—Mírame —obedecí.
— ¿Qué pasa? —pregunté sonriente.
—Te detesto —fruncí el ceño y la nariz.
— ¿Ah?... ¿Por qué?
—Porque te veo todos los días, casi a toda hora... y aún me pongo nervioso al tenerte cerca —reí.
Tomé su barbilla con los nudillos y le di un beso.
—Eres muy cursi —sonreímos, a unos milímetros de distancia.
—Es tu culpa —pilló mi nariz con su dedo índice y beso la punta de esta —. Te amo _________.
—Y yo a ti.
Me recosté en su hombro y le dediqué la atención a la película que se suponía estábamos viendo.
Estaba a punto de quedarme dormida, cuando sentí su mano deslizarse en mi brazo y entrelazar sus dedos con los míos.
— ¿No te parece gracioso? —rió.
— ¿Qué cosa?
—Parece que nuestros dedos están hechos para cazar unos con otros —sonreí y besé su mejía — ¿Qué hacemos al respecto?
—No sé... algo parecido a nunca separarlos.
— ¿Y si tengo que ir al baño? —reí con intensidad.
—Es un decir, amor.
—Lo siento. Estoy nervioso.
Pasé mi mano por su cuello y lo atraje hacia mí con un leve jalón.
Justo a unos centímetros de distancia, el intentó besarme, pero me eché hacia atrás y se lo impedí.
—Sabes que me vuelve loco que hagas eso.
—Por eso lo hago —sonreí.
Se acercó nuevamente y al instante que nuestros labios se tocaron, cerramos los ojos.
—No me has dicho que te dijo el doctor —suspiró y bajó la mirada a mis labios.
Me cargó con ambos brazos, y me sentó en sus piernas.
—Cállate —sonrió. Reí y empiné la boca.
—Cállame —pedí.
Él se encogió de hombros, y antes de que pudiera decir algo, me calló a besos.(...)
—Marie y Mitch me han llamado —mencionó.
Dejé lo que comía a un lado, y lo miré con atención.
— ¿Qué dijeron?
—Que me extrañan...
— ¿En dónde están ahora?
—De camino a Holmes Chapel, tal vez. Quién sabe.
Luego silencio.
Noté en Harry algo distinto a otras veces.
Se veía más delgado, y parecía que le costaba respirar.
Él me había explicado que el doctor usó inmunoterapia con él, pero que no sabía si el tratamiento había funcionado para disminuir la expansión del cáncer en su colon.
No quiso quimioterapia, porque temía que su pelo se callera y a mí no me pareciera atractivo, y tampoco quiso operarse porque le parecía ridículo.
Era tan necio.
—No me has dicho qué te dijo el doctor —reiteré media vez nos encontrábamos de camino al supermercado.
Louis y Eli habían ido por unas maletas al aeropuerto y nos dejaron a cargo.
—No dijo nada importante...
—Quiero saberlo.
—No, no quieres —sonrió.
Parecía que le causaba gracia.
Pero no era gracioso. No era nada gracioso.
—Solo dijo que debía tomar algunos exámenes para saber de alguna reaparición del cáncer, eso —se encogió de hombros y tomó leche del estante —.
Lo fulminé con la mirada.
— ¿Qué hay de la inmunoterapia?, ¿Alguna mejora?
—Ñaaa —emitió.
Tomé huevos y los coloqué en la canasta.
— ¿Ñaa? ¿Qué se supone que significa eso? Háblame claro.
—Que el cáncer llegó a la cuarta etapa —dijo.
— ¿Cuál es la cuarta etapa?
—Que... —miró a una señora que nos prestaba atención, y desvió la mirada a sus zapatos.
Ojeras, nariz fría.
— ¿Qué? —pregunté.
Se me hacían nudos en la garganta, como cuando somos pequeños y tratamos de aguantar las lágrimas para no pasar vergüenzas con los amigos de la familia.
Eso era mucho peor.
—La inmunoterapia no dio ninguna mejora, y... el cáncer se ha corrido a otros órganos.
—Pero... hay otras curas. Puedes oper...
—Ya no las hay, _________. Es demasiado tarde, al parecer.
Y luego silencio.
Este era incómodo, y me perforaba la piel.
Incómodo y maldito silencio al medio de un pasillo de carnes y legumbres. Todo era borroso.