CAPITULO 27
"Mí esposo"
— ¿Cómo te sientes? —preguntó Eleanor, mientras entraba a la habitación con un azafate lleno de comida.
—Vacío —respondí.
—Llevas muchas horas aquí, ¿No quieres salir a dar una vuelta?
—No.
—Harry...
—Dije que no —dejó el azafate en la mesa de noche, y se retiró.
Me puse de pie y me miré al espejo; nada.
No sentía nada.
No quería llorar, no estaba triste pero tampoco me sentía satisfecho.
No sentía nada, estaba vacío por dentro.Salí de la habitación por un vaso de agua luego de comer lo que Eli me había llevado. Creí haberme portado muy grosero, y necesitaba disculparme.
—Eli —llamé desde las gradas.
Me acerqué a la cocina, y vi a _________ allí. Doblada en posición fetal sobre el sofá, llorando, pero pasó desapercibida.
— ¿Si, Harry? —preguntó a mis espaldas.
Le sonreí, ella me imitó y me acerqué para abrazarla.
—Perdón si fui algo grosero, solo estaba molesto.
—Está bien. Eso supuse —sonreí —. ¿Irás a dar una vuelta?
_________ eleva la vista sobre el cojín. La miro de reojo, pero no directamente.
—Eso creo.
— ¿Te acompaño? —ella se incorpora en el sofá, y escucha desde allí.
—No, gracias. Será mejor que vaya solo.
— ¿A dónde vas? —pregunta Louis desde la cocina, mientras se acerca a nosotros con una taza de café en la mano.
—A comer —mentí.
—Ten cuidado.
—Siempre —le guiño el ojo, y me sorprendo de mi acto.
No estaba de ánimos para nada.
Estaba simplemente, vacío, como ya mencioné. No tenía ningún tipo de sentimiento. No sabía qué pensar.— ¡Harry! —sonrió —, que sorpresa. Pasa adelante —me hala de la mano, pero no me molesto. Solo sigo el juego, y la acompaño a la sala —. Me has asustado, ¿A qué se debe tu visita?
—Nada en especial. Solo quería salir de casa —junto mis manos sobre mis rodillas mientras ella me ve, y sonríe.
— ¿Peleas con tu esposa? —pregunta.
Ya me sé el juego.
—Algo así.
—Lo lamento mucho...
No lo lamenta, pero no me molesto con el comentario.
—Yo también.
—Hace meses no me llamas, ¿Necesitas algo?
—Necesito que me la quites de la mente...
— ¿A tu esposa?
—Sí —dije monótono.
—Pero...
—Caroline —interrumpo —. Esto has querido, ¿Me puedes ayudar al menos?
—Lo haré.(...)
Narra _________:
—No hagas esto, linda. No vale la pena —Eleanor acaricia mi espalda, mientras Louis toma mi pelo.
—Me odio Eli, me odio tanto —las lágrimas arden al contacto con mi piel, y las manos me tiemblan.
Me sentía mal conmigo misma, con él, con todo lo que me rodeaba.
Estaba devastada, dolida.
—Tranquila, _________. Él está enojado, pero ya se le pasará —comenta Lou.
—Ustedes no entienden —dije entre sollozos —. Le he hecho el daño más grande que se le puede hacer a alguien. No va a perdonarme nunca.
— ¿Te ha dicho que te ama?
—Con lo que le he hecho no merezco que lo haga —sequé mis lágrimas con una toalla y me puse de pie para lavarme la cara.
— ¿Te lo ha dicho? —preguntó.
—Sí.
—Entonces va a perdonarte —sonrió.
Sí, tal vez. Tal vez me perdonaba.
Era una gran idea. Él iba a perdonarme.(...)
— ¿Has visto a Harry? —le pregunté a Eleanor.
Negó con la cabeza un par de veces, y yo suspiré.
Hacía dos días que no pasaba el día en casa.
Llegaba a altas horas de la madrugada oliendo a cigarrillo, alcohol y trataba de convencerme que no a sexo.Las noches eran un infierno.
Lloraba casi todo el día rogando porque al menos él se dignara a mirarme, pero no lo hacía.
Me ignoraba en el desayuno, en el almuerzo, a toda hora, todo el día.
Le llevaba la comida a la cama, con algo para la jaqueca, pero solo lo miraba y se giraba al lado contrario de la cama. Y me dolía.
Hablaba por teléfono entre susurros, se preparaba y se iba.
Ya siquiera me daba un beso de buenas noches, siquiera peleábamos por decidir quién apagaría la luz.
No me daba la oportunidad de prepararle bizcochos, y no me dirigía la palabra.
Parecía que solo a mí me dolía, porque cada vez que reía con Louis sobre temas triviales, yo me echaba a llorar tendida en la cama como estúpida. Pero él no decía nada.La tarde del tercer día fue peor.
Estaba sentada en el sofá, viendo "El diario de Bridgit", mientras comía palomitas y lloraba como desquiciada, hasta que escuché la puerta de la entrada abrirse.
Lou y Eli habían salido a comprar víveres, y no habría nadie en casa.
Me puse de pie y me escondí tras la columna, cuando vi a Harry entrar junto a Caroline Flack en un estado de ebriedad serio. Ella se había quitado los tacones para que yo no escuchara y él le susurraba cosas que la hacían reír.
Estaba celosa.
La tomó de la mano y al instante en el que notó mi presencia, ella sonrió.
—Harry —dije. Mis ojos se llenaron de lágrimas nuevamente y comencé a temblar.
Él me miró confundido y luego de bajar la mirada, empujó levemente a su prostituta a su habitación, y se volvió a mí.
— ¿Qué quieres? —su tono de voz era rudo y casi intimidante.
No le tenía miedo. Tenía lástima por él.
— ¿Qué estás haciendo? —pregunté en medio de un sollozo.
—No debo darte explicaciones —se giró y sin dejarme responder, se perdió de mi vista.
Me senté en la orilla de la mesa, y me dediqué a llorar.
¿Por qué dolía tanto? No dolía así cuando intenté matarlo con todo ese maldito veneno. No me sentía tan culpable y no sentía vacío el corazón.
Nunca quise aceptarlo, pero lo necesitaba. Lo necesitaba como nunca. Todo el día, todos los días, a toda hora.
Lo amaba demasiado para dejarlo ir así. Y tal vez él merecía algo mejor que yo, pero él era el hombre de mi vida. Mi esposo, MÍ esposo. Y lucharía por recuperarlo