Efectos secundarios

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CAPITULO 31
"Efectos secundarios"
—Ya no llores —pidió.
Me tomó de la mano y la apretó.
—Te he dicho que no voy a dejarte. No ahora.
—Lo lamento, Harry. No te dejaré ir hasta encontrar una puta cura. Iré a todos los hospitales de la tierra si es necesario, consultaré a todos los médicos... no importa.
—Calla, calla —puso su mano en mi nuca y besó mi frente —. Debes dejar de ser tan dramática.
—Esto parecer ser gracioso para ti.
—No lo es.
— ¿Entonces por qué lo tomas como una burla?
—No lo hago —sonrió.
—Debes dejar de sonreír cuando hablamos de esto.
—Es el ciclo de la vida, linda. Todos mueren —me alentó —. Debemos vivir con eso.
— ¿Qué haré cuando te vayas? —pregunté entre sollozos.
Un par de lágrimas se asomaron a sus ojos, y brotaron por sus mejías.
Me acurruqué en su pecho, y acaricié uno de sus botones.
—Deberás olvidarme —dijo.
— ¿Qué pasa si no quiero hacerlo? —sollocé.
—Tendrás que hacerlo. Yo ya no estaré aquí —removió el cabello que caía en mi rostro, y besó mi mano.
—No digas esas cosas. No quiero olvidarte, no voy a hacerlo.
—Piénsalo, vamos —me abrazó —. Conocerás chicos lindos, y los enamorarás con tu sonrisa.
—Harry...
—Te casarás, tendrás hijos y...
— ¡Cállate! —me puse de pie y lo miré — ¡No puedes solo irte!, ¡Esto es muy egoísta de tu parte!
—Tranquilízate, _________...
— ¿Cómo me pides que me tranquilice? —pregunté.
Me senté en la orilla de la cama, y bajé la vista. Él se acercó por atrás y me rodeó con sus brazos.
—Acuéstate conmigo hoy —pidió.
Asentí, y sus brazos me jalaron junto a él para acostarme a su lado.
Me adjunté a su pecho y traté de no llorar, porque me volvería loca de hacerlo.
—Te amo, linda —fue lo último que dijo.


(...)

Narra Harry:
Me sentía enfermo, débil, sucio y pesado. Como si no hubiera cupo en la tierra para mí. Sentía que era una carga en la vida de mi esposa, y que por mi culpa ella estaba volviéndose loca cada que mi doctor llamaba a la puerta.
Llegaba cada tarde para hacerme chequeos de sangre, pero jamás había mejoras.
Ella ya no lloraba, pero sus facciones habían cambiado por completo y sus ojos reflejaban cosas muy distintas a lo que solía ver.
Cada noche me envolvía en palabras dulces, yo le decía que la quería y que no llorara por mí. Porque solo perdería su tiempo.
Eli y Louis decidieron quedarse más tiempo en casa, porque decían que era demasiado grosero irse de la nada mientras yo... ya saben.
Layam y Neil llegaban a visitar a veces. Nos sentábamos a beber algunas cervezas, fumar unos cigarrillos y jugar una partida de pócker, o FIFA. Nos llevábamos bien, porque los tres nos preocupábamos por ella.

Trataba de no mencionarle el tema a Minnie, pero mientras más pasaban los días, yo más empeoraba.
Los medicamentos me secaban la boca, y me veía espantoso.Estaba poniéndome amarillento, y las uñas me dolían.
Me enfocaba en cosas pequeñas como el cesar del fuego en una vela. Las hormigas. El sonido del refrigerador y las botas de Eli al acercarse a mi habitación.

Llevaba más de dos meses con dificultades para respirar, dolor intestinal, sangrado de eses y vómitos. Perdía el apetito, pero se lo escondía a _________.
No era capaz de decirle que ya no aguantaría más de un mes. No podía decirle que me dolía todo el cuerpo, y que siquiera podía beber agua.

Lou y Eli me decían que debía hallar una manera para que no me doliera tanto morir. Pero sabía que eso era imposible.
Moriría tranquilo, media vez ella estuviera feliz.

— ¿Seguro que quieres hacer esto?, no te ves muy bien, Harry —me dijo.
La tomé de la mano y la arrastré a la calle con pasos leves.
Me dolían las articulaciones.
—Lo haremos. Vamos.
Caminamos calle abajo, hasta llegar a un sendero repleto de rosas, y un columpio colgado de un árbol viejo.
— ¿Crees que debería hacer una lista? —pregunté.
— ¿A qué te refieres? —la empujé y el columpio fue más alto que la vez anterior.
—Como en las películas. Una lista de cosas que quiero hacer antes de morir, parece divertido.
—No es divertido.
—Lo es. Vamos, puedo hacer cosas como... nadar con delfines, orinar autos en una pasarela... cosas divertidas.
—No, Harry.
— ¿Por qué no?
—Porque no quiero aceptar que vas a irte. No quiero, me niego a ayudarte con eso.
—Entonces me veré obligado a hacerlo solo —me senté en la banca del frente, y ella paró el columpio.
—Deja de torturarme. Creo que hemos sufrido lo suficiente.
—No te torturo. Solo quiero vivir antes de morir.
—No vas a morir.
—Ambos sabemos que lo haré.
Y luego un largo y prolongado momento de silencio.
—Te voy a extrañar mucho, Harry —me dice.
Rodeé sus hombros con mis brazos, y la atraje a mi cuerpo, porque ese podía ser el último momento lúcido juntos.
—Siempre estaré contigo, eh. No te pongas triste —reí, pero ella no me imitó.
—Dime que me quieres —pidió.
—No te quiero... —me miró seria, y en silencio — te amo —le dije.

(...)

—Propongo una salida al bingo, jugamos algo de cartas y bebemos unas copas, ¿Qué les parece? —pregunté, mientras tomaba asiento al lado de mi esposa, y me agarraba de su mano.
—A mí me parece bien —Louis sonríe.
Las chicas subieron a arreglarse, mientras mi amigo y yo bebíamos un chocolate caliente.
— ¿Cómo te sientes, viejo? —preguntó.
—Cansado, adolorido y a veces me cuesta analizar las cosas... pero bien —él sonríe.
— ¿Le has dicho a tu esposa cómo te sientes de meses atrás?
—Parece que lo notó. Mis uñas están poniéndose amarillas y me cuesta caminar, no creo que no se diera cuenta.
—No quiero parecer grosero pero...
—Semanas —respondí.
— ¿Ella sabe eso?
—Sí. Pero no me gusta tocar el tema —carraspeé un poco —. No quiero despedirme, amigo —Louis lloraba, al igual que yo.
Dos hombres llorando, era la escena más trágica de la vida.
—No has consultado más opiniones, no sabes si tienes opciones de hacer algo aún.
—Lo he hecho. No tengo más opciones, Louis.
—Respóndeme algo, y sé sincero —asentí —... ¿Lo harías por _________?
Pregunta con trampa.
Sabía que respondería que sí. Pero no quería. No quería someterme a agujas y tratamientos que me dejasen más débil. Además, ya era muy tarde.
—Sabes mi respuesta.
— ¿Entonces? —abrió los ojos —, haz tus chequeos médicos... es más, yo te acompaño. Y puedes salvarte amigo, todavía hay esperanzas.
—Tomlinson...
—Además, si no mal recuerdo, hace meses el doctor te dijo que la inmunoterapia había servido, y que faltaban unos tratamientos más para que quedaras libre, ¿O no?
—Louis...
—Tal vez son efectos secundarios del tratamiento los que te ponen las uñas así, y puede que la intensidad de las pastillas para dormir que tomas te hagan perder la noción del tiempo, ¿No crees?
—Louis, seamos honestos —lo miré —. Eso fue hace cuatro meses... el cáncer avanzó, y abarcó todo a su paso. Punto.
— ¿Dices que...?
—Marzo —dije.
Louis sollozó en voz alta, y en menos de tres segundos, las chicas ya estaban en la sala, y nos vimos obligados a olvidar el anterior tema de conversación.
La tomé de la mano con esfuerzo, y sonreí toda la velada, porque no podía deprimirme y lanzarme a la cama a llorar como idiota sin antes disfrutar los últimos días al lado del amor de mi vida.


En busca de esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora