Ultimo día de febrero

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  CAPITULO 32
"último día de Febrero"
—Con este frío se me congelará el trasero —dijo ella.
Reí. A penas.
— ¿Quieres entrar? —pregunté tomando de su mano.
—La luna está hermosa. Tal vez en un rato —besé su mejía —, ¿Tú quieres entrar ya?
—No, podemos quedarnos más tiempo.
Las manos me dolían, los labios se me resecaban y el dolor de cabeza me estaba matando. Pero ella era todo, todo para mí.
—Eres un Sol, _________ —besé la comisura de sus labios y ella me miró sonriente.
—Tú Sol —me dijo.
—Mí Sol —repetí. Ella rio, y yo sentí un alivio dentro de mí.
—Minnie Sol ¬¬¬__________.
—Styles —adherí.
—Minnie Sol __________ Styles —ambos sonreímos.
—Amo como suena.
—Bésame —pidió.
Me acerqué a ella luego de adjuntarla a mí con un leve jalón en el cuello, y jugué un tiempo con su nariz y sus labios.
Veía el contorno de sus labios. El color de sus ojos bajo la luz de la luna, y su cabello. Enmarañado, pero a la perfección.
Lo sostenía con un rollo desordenado sobre la cabeza, atado con una cinta.
Se veía hermosa así. Siempre. De cualquier manera.
—Bésame, idiota —reí levemente.
Me acerqué más, y antes de besarla, sonreí. Sin que estuviera planeado, sin que lo pensara, solo... sonreí. Porque mi estrella me hacía feliz. Porque sin ella, yo no sería el Harry de entonces.
—Te amo tanto, _________ —dije entre sus labios.
Ella sonrió, al igual que yo. Y sin más decir, terminamos recostados en nuestra cama –la cual cambiamos por una matrimonial, porque Louis se hartó de vernos dormir en distintas camas –, disfrutando de la compañía mutua.
No había nada –nada –mejor que el amor correspondido.
Y tal vez suene estúpido, cursi, como quieran titularlo. Pero ella me hacía sentir como nadie.
La amaba tanto. Daría mis pulmones, me cortaría un brazo por ella.
La veía, y eso era más que suficiente para construir mi día. Besarla... madre, besarla. Besarla era tocar el cielo con las dos manos, ponerme de pie en una montaña rusa y saltar de un avión sin paracaídas. Todo en un beso.

Reía. Porque... pienso en ella. Pienso en ¿Cómo demonios llegamos a esto? Digo, hace unos meses siquiera nos volteábamos a ver, y ahora, la han de apartar de mí y he de morir de depresión.

Uno frente al otro, acostado en la cama. Su respiración me erizaba la piel, y su contacto me hacía perder la razón.
Mariposas hijas de puta. Las odiaba. Se burlaban de mí todo el tiempo. Cuando la veía, cuando la besaba, e incluso, cuando pensaba en ella.
Era mi esposa, la quería hacer feliz y me molestaba como nadie se ha de imaginar, no poder cumplir la promesa que le hice. "Amarte hasta que la muerte nos separe".
¿Por qué la muerte me iba a apartar de algo que me hacía tan feliz, tan rápido?
Maldita e injusta muerte.

— ¡_________! —grité desde el patio.
Ella se acercó a la ventana, y me sonrió.
—No deberías estar afuera con este frío. ¿Qué haces allí? —preguntó entre risas.
—Baja. Tengo algo para ti.
La esperé, hasta que bajó con un abrigo negro hasta las rodillas y al llegar a mí, me besó.
— ¿Qué tienes para mí?
Saqué una caja de mi bolsillo, y se la entregué.
— ¿Qué es esto? —sonrió. La tomé por la cintura y le hice un ademán.
—Ábrela —posé mi barbilla en su hombro, porque empecé a marearme, y traté de respirar como me lo enseñaron en el hospital.
"Concéntrate en cosas simples" Pájaros en la rejilla, el balanceo de las ramas y el pisar de mi zapato al contacto con la grama.
"Concéntrate, Harry. Puedes hacer eso"
— ¿Qué se supone que es esto...? —me miró con una extraña sonrisa, y entonces abrí los ojos.
Veía borroso y me dolía la cabeza.
Pero lo ignoré.
—Hinnie —sonreí —, nuestro nuevo perro —abrió los ojos de par en par, y me abrazó como nunca.
Besó mi mejía y luego se deslizó a mis labios con un beso que me desgarró el alma.
Extrañaría besarla.
— ¡¿Dónde está?! ¿Dónde? —preguntó. Reí con esfuerzo, y silbé para que saliera corriendo a nuestra dirección.
Le había comprado un Shnauzer miniatura color blanco, nombrado Hinnie.
— ¡Ah! —dio un saltito al sentir que nuestra perrita saltaba para alcanzarla.
—Tómala, es nuestra —la incité.
La tomó en brazos, y Hinnie lamió su nariz.
—Euugh —emitió. Le acarició la nariz, y la dejó en el suelo —. Es perfecta, gracias —se acercó para besarme, pero yo me alejé.
—Ni se te ocurra besarme con babas de Hinnie en tu rostro —ambos reímos.
—Tú te lo pierdes —pero me arrepentí. Porque recordé que podía ser el último beso... y la besé —. ¿Por qué escogiste Hinnie? —preguntó.
La tomé por la cintura, y la acerqué a mí.
—Por nuestros apodos —ella levantó una ceja —. Hazza, y Minnie... juntos son 'Hinnie' —ella rio.
— ¡Ah! —rio —, bastante creativo.
—Lo sé —sonreí, y antes de que me respondiera, la besé.

(...)

Narra _________:
El cumpleaños de Harry estaba a unas horas de tomar lugar.
Eli y Lou me habían ayudado a prepararle una supermega fiesta, que incluía a todos sus familiares, Marie, Mitch y algunos empresarios importantes.
La mañana del día anterior a su cumpleaños, me levanté por la mañana para arreglarme e ir al trabajo. Entregaría las invitaciones para que asistieran a la celebración de mi esposo.
Bañada y a punto de cambiarme, me dirigí a Harry, quien todavía dormía plácidamente tirado en la cama con una pose algo extraña. Me asomé y antes de abrir la boca para despertarlo, como todas las mañanas, tomé su mano.
Sus uñas estaban amarillentas, sus labios morados.
Bajé a la cocina sin hacer ruido, porque Eli y Lou habían estado de fiesta la noche anterior y de seguro tenían resaca, y preparé unos bizcochos de chocolate y un té de manzana. Los favoritos de Harry.
Los llevé en una tabla hasta la habitación, y me llevé la sorpresa de que cuando llegué, Harry estaba despierto.
—Buenos días —le dije, pero él no respondió —, ¿Cómo te sientes?
—Bien —se limitó a decir.
Dejé la comida en la mesa de noche, y me senté a su lado.
— ¿Me acompañarás a la empresa hoy? —pregunté. Él negó con la cabeza y yo asentí.
Lo besé antes de irme, pero mi beso no fue correspondido. De seguro se sentía cansado.

Me subí al auto, pensando en él, y conduje calles abajo hasta la empresa.
—Jazmin —la llamé —, estas son invitaciones para la fiesta de cumpleaños que le haré a Harry mañana. ¿Puedes entregárselas a todos? —pedí.
—Sí, Señora Styles, yo me encargo —sonreí.
Tomé lugar en mi escritorio, y me puse a trabajar.

De pronto, a cierta hora del día, me sentía mareada y algo agotada. Tenía sueño y no lograba explicarme por qué.
Lo ignoré por un momento, y decidí llamar a Harry para saber cómo había seguido.
Tomé el teléfono y marqué el número de nuestra casa.
— ¿Aló?
—Sí, ¿Quién habla?
—Soy __________. ¿Está Harry allí?
—Habla él —dijo. Sonreí.
—Amor —dije —, ¿Cómo seguiste?, ¿Te has levantado ya?
—Algo así. Acabo de desayunar.
— ¿Calentaste los bizcochos?
—Sí —dijo.
— ¿Están los chicos?
—No... salieron a dar un paseo por la ciudad. Oye, mi Sol, ¿Puedes regresar a casa, por favor?
— ¿Qué necesitas?
—Te extraño —dijo.
— ¿Solo eso?
—...Eh... no me siento muy bien y... quiero que estés aquí.
— ¿Qué sientes?
—No puedo explicártelo, amor. Quiero que estés aquí, ahora.
— ¿Pasa algo más?
—Creo que ya es hora... y... tengo miedo... te necesito aquí.
Solté el teléfono, y bajé la mirada.  


En busca de esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora