Anteriormente: La mano de Harry colgaba de la cama, topando en el suelo, y tanto su boca como sus ojos estaban cerrados.
Me convencí de que estaba borracho y había caído rendido por el alcohol, e incluso relaté el discurso que le daría al día siguiente por imbécil.
Pero caí en cuenta de que no era así cuando me acerqué, y lo vi allí, amarillento con los labios morados. Su pecho se levantaba tan levemente que casi no podía notarlo.
Lo levanté en brazos, lo apoyé sobre mí cuerpo y lo recosté en la almohada.
—Fase cinco —dije en voz alta —... tu cuerpo no reacciona, y pierdes la noción del tiempo hasta el punto en el que solo escuchas. Me lo dijiste —solté un gemido de dolor, y me recosté a su lado, para hablarle.CAPITULO 33 parte II
(...)
—Tres... o mejor cuatro. Creo que cinco —reí —. Me siento tan estúpida hablando sola —bajé la mirada —... no quiero preguntar si me escuchas, porque sé que si lo haces. Pero, quiero que me hables —su pecho se levantaba al compás de su respiración, y el resto de su cuerpo permanecía inmóvil.
Entrelacé sus dedos con los míos, y le hablé por horas.
En el hospital la gente iba y venía, pero yo continuaba allí, a su lado, viéndolo degradarse poco a poco, sin poder hacer algo al respecto.
Era domingo por la noche, un día después de su cumpleaños, cuando Eli y Lou llegaron al hospital por primera vez. Se habían quedado despidiendo a los invitados, y ordenando la casa.
—Deberías ir a casa y descansar, ________ —me dijo Eli.
—No, ustedes deben descansar. Yo estoy bien —fingí sonreír.
Louis se sentí a un lado de mí, y tomó de mi mano.
—Estas cansada —me dijo —, tienes ojeras y cargas la misma ropa de hace dos días. Ve a casa, nosotros cuidaremos de él mientras tú no estés.
— ¿Y si él... ya saben, mientras yo no estoy?
—Eso no va a pasar —me dice Eli —, nos aseguraremos de ello.
—No, estoy bien aquí —me incorporo al lado de Harry y apoyo mi cabeza en su pecho —. Me iré hasta que él me saque de aquí.
—________...
—No —interrumpí —. Voy a quedarme. Hasta que sea necesario.
Pero no funciona.
El doctor llega a nivelar la sangre de mi esposo, y me pide que vaya a casa. Dice que él estará bien, y que no es necesario que esté las veinticuatro horas allí.
No se preocupen, le saqué el dedo grosero antes de irme. Caso cumplido.Llegué a casa con olor a medicamentos y camilla de hospital. Subí las gradas, siendo recibida por Hinnie, y luego de acariciarla un poco, me metí a dar una buena y relajante ducha.
Al salir, me envolví con la toalla que Harry tenía en uso, porque olía a él, y eso me encantaba.
Me puse unos pantalones de pijama, una t-shirt amarilla hasta el trasero y unas sandalias cubiertas.
Tomé todo mi pelo en un rollo despeinado sobre la cabeza, y lo até con una cinta amarilla para esconder los pelitos que se salían de mi cabeza.
Me roseé la loción de Harry en el cuello, para sentir su aroma, y luego de comer algo ligero, tomé unos chocolates de la alacena y volví al hospital.(...)
— ¿Alguna mejora? —pregunté al entrar al consultorio.
El doctor me miró y sonrió.
—Tome asiento, Señorita Lambert.
—Styles —corregí.
—Señora Styles.
Obedecí a regañadientes. Me senté y puse mi bolso en mis piernas.
—Suelte la sopa —le dije. Él me miró sorprendido y luego bajó la mirada —. Al grano, no quiero nada de rodeos. Si es malo, dígalo ahora.
—No habrá mejoras —dijo, así nada más —. Lo lamento mucho.
— ¿Cuánto tiempo? —pregunté.
—Uno o dos días —dijo finalmente. No respondí.
Lleve mis manos a mi boca en señal de sorpresa, porque no esperaba que fuera tan rápido. Él sonrió para alentarme, pero en mi mente solo veía a Harry.
—Lo siento mucho, Señora —repite.
Lo miro con los ojos llenos de lágrimas, y me pongo de pie en silencio, y mientras él continúa hablando, yo camino a la salida.
Me paré frente a la camilla de Harry, mientras veía como la luz del sol le pegaba en el rostro y resaltaba un poco el brillante en su piel, por todos los medicamentos que estaban entrando a su organismo.
Eli y Lou se acercan por mi espalda, y uno de ellos toca mi hombro con la palma de su mano, pero no me volteo, porque no deseo descubrir quién fue. No quiero que tengan compasión por mí.
— ¿Hace cuánto estás aquí?
—Me dijeron que se quedarían para cuidarlo —dije, sin mirarlos.
—Fuimos a comprar unas galletas, _________ —dijo Lou.
— ¿Y por qué no traen el paquete en la mano? —pregunté.
—Las comimos todas...
—Esto es demasiado doloroso para mí, y ustedes prefieren ir a comprar galletas y beber algo que quedarse para hacerme el único favor que les he pedido —dije —. Cuidar a Harry. No se hubieran ofrecido —me crucé de brazos, y caminé hasta la silla de al lado de la camilla, y me senté para tomar de su mano.
Siquiera debía haber estado enojada con ellos, pero me dolía hasta el alma.Estando la enfermera preparando la inyección de penicilina para Harry, las luces comenzaron a palpitar, hasta que se apagaron todas.
Las enfermeras comenzaron a correr de un lado al otro tratando de solucionar el problema, porque muchos pacientes dependían de una máquina para vivir, y la máquina dependía de la luz para funcionar.
Los doctores estaban paranoicos, los visitantes desesperados y las enfermeras alteradas.
—_________ —dice Lou a mi lado —, el doctor te llama.
Me pongo de pie, y camino hacia él.
— ¿Me necesitaba? —pregunto, él asiente.
—No quiero sonar grosero pero... creo que...
—Le he dicho que no me gustan los rodeos.
La luz comenzó a palpitar nuevamente, y sin más decir, ya había vuelto a alumbrar.
—Debería hablar con Harry. Dígale que lo quiere y...
— ¿Despedirme? —pregunto, y el vuelve a asentir —. ¿Hasta cuándo?
—Esta noche.
— ¿Por qué?
—Su cuerpo no aguantará más. Los medicamentos no son asimilados por su cuerpo, y tiene anemia desde hace semanas. Esa enfermedad empeoró todo.
— ¿Me escuchará?
—Se lo aseguro.(...)
—Deberías empezar, _________ —dice Eli —.
— ¿Por qué?
—Parece ser importante.
—Tal vez, él solo quiere que le des permiso para irse.
—No quiero hacerlo —bajo la mirada a sus manos, entrelazadas con las mías, y trato de guardar en mi mente la imagen de su cuerpo respirando. Vivo.
—Te dejaremos sola, creo que será mejor así —ambos se ponen de pie, y acompañados de una enfermera, salen de la habitación.
Me siento extraña. Siento como si alguien hubiera robado algo que nunca me perteneció, como si todo estuviera al revés.
Lo observo unos segundos, y luego me doy cuenta que debo comenzar.
Tomo su mano con fuerza, porque quiero que sienta que estoy allí. Pienso en las cosas importantes que debo decirle, pero no logro organizarme. No quiero que se muera pensando que es su culpa.
—No voy a despedirme, porque sé que estarás aquí todo el tiempo —suspiro —. Prométeme que me visitarás seguido... escúchame, y por favor asegura que andarás alrededor de la casa... y me cantarás canciones, aunque yo no las escuche. Solo —y es más difícil de lo que imaginé. Comienzo a llorar como si estuviera a punto de morir yo también. Me duele. Más que nada, y trato de seguir hablando, aun así mis sollozos me lo impidan —... piensa en mis bizcochos y en mis besos. ¿Recuerdas cuándo me mudé a tu habitación y te asustaste? —reí entre lágrimas —... espero no olvides acordarme de apagar la luz por las noches, porque tú siempre hacías eso por mí. Júrame que vendrás por las mañanas, y me despertarás para que no llegue tarde —suspiro. Estoy allí, sé que me escucha pero odio no poder oír su voz. Odio no poder escucharlo una maldita vez más —... ah. Harry —suspiro —... ¿Por qué no me dijiste que aquel sería nuestro último baile juntos?... si me lo hubieras dicho hubiera alargado el momento... te hubiera besado más veces y... ¿por qué no me dijiste nada? —sollozo —... ¿Qué voy a hacer sin ti?... Te odio, porque te amo tanto que no quiero hacer esto —bajo la mirada, y veo como mis lágrimas se impregnan en la sábana —... júrame que no dejarás que te olvide, Harry. Solo, dime que me amas una vez más y que todo va a estar bien... dime que voy a superarlo, por favor —apoyo mi cabeza en mis manos, y continúo llorando, porque duele mucho despedirse. Duele más que decir no —. No quiero que me dejes, no quiero... no quiero despertar sin ti, no quiero prepararle bizcochos a nadie más, no quiero apagar la luz yo misma, no quiero cuidar de nadie más, no deseo comprar té de manzana otra vez, no quiero, Harry. No quiero que te vayas, no quiero que me dejes —pero él no responde. No puede hacerlo.
Veo delicadamente su rostro, y únicamente noto que su rostro está mucho más pálido que antes. Toco sus manos, y están frías.
Me había tardado mucho... él no pudo escucharme. No me apresuré, y no pudo escuchar lo que quería decirle, y lloro. Vuelvo a llorar, pero esta vez me duele más que otras y es lento, y las personas entran y me ven, y sienten lástima por mí. Louis me abraza, pero no quiero que lo haga, porque él único que podía abrazarme era él. Yo era suya, y él era mío... así debía ser.
— ¡No! —grito, y todos me ven — ¡No pude decirle que estoy embarazada!... ¡Él tenía derecho a saberlo! —y vuelvo a caer rendida ante mis sollozos.