Día 2: Operación "Ganar la confianza de Max"

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Anoche Sam y yo pudimos ver las estrellas recostadas en el patio por primera vez. Lo cierto es que nunca nos dejan salir de noche pero ayer Roz estaba muy ocupada, la noté algo ansiosa escribiendo y firmando papeles, así que Sam y yo aprovechamos la oportunidad y salimos al patio sin que lo notara. María nos vio pero ocultó el secreto. El cielo estaba sumamente estrellado, la luna era llena y había un clima cálido.

- ¿A vos cómo te gusta la luna Sam?

- Mm así, llena como la estamos viendo hoy ¿a vos?

- A mi me gusta la "media luna" pero no sé por qué.

- Reímos - Yo tampoco contestó Sam

- Me encantaría que existiera una escalera gigante para poder visitar a mi mamá -suspiré-

- Desearía lo mismo. Alma ¿Vos pensas que mi papá va a despertar algún día?

- me senté y la miré, luego ella hizo lo mismo - Sí Sam, estoy segura. Pero eso sólo puede pasar si pensas en positivo. Mi mamá siempre decía eso "Pensar en positivo y con la frente en alto tiene buenos resultados".

- Eso espero, dijo preocupada.

Nos abrazamos y volvimos adentro. Al rato, al ver a mi amiga triste le hice un gesto indicandole que sonriera e intenté divertirla durante la cena. Hasta me puse un fideo en la boca, insinuando que éste era un bigote. Algunos intentos fallaron, pero al final pude verla un poco más contenta así que la despedí y me fui a mi habitación a dormir, pensando en todo lo que había ocurrido en el día. Ahí fue cuando recordé al chico nuevo, Max, e intenté pensar ideas para lograr llamar su atención y cambiar su opinión. Luego de un rato largo de pensar se me ocurrió algo - en mi humilde opinión - sensacional. Realmente esperaba que funcionara.

Día 2: Operación "Ganar la confianza de Max":

Hoy me levanté temprano, me cepillé los dientes, me lavé la cara y cuando observé que Max ya no estaba en su habitación entré a escondidas y le saqué su delineador negro. Automáticamente fui al cuarto de Sam a pedirle un favor:

- Sam, necesito que me dejes como a Max -levantando el delineador- 

- lanzó una carcajada -

- le lancé una mirada seria-

- incrédula - ¿En serio?

- Sí, y necesito ropa negra. Yo tengo un pañuelo y unas zapatillas que me van a servir pero necesito una remera y un pantalón de ese color.

- riendo - Si así lo deseas

Sam comenzó a maquillarme. Al verme al espejo no me reconocía pero de esta manera me di cuenta de que había logrado mi cometido. Acto seguido, me cambié con ropa del color ya antes mencionado y así fuimos con mi amiga a la sala de estar donde se encontraba Max. Él estaba desayunando, apartado de los demás niños en la mesa. Al pasar a su lado le hice un gesto con la cabeza, levantando el mentón, mostrándome así lo más ruda posible.  Luego, me senté junto a él y Sam me acompañó sin saber bien lo que estaba tramando.

 Roz, que justo pasaba por ahí me miró asombrada y me dijo:

- Jovencita ¡Debe quitarse ya mismo ese maquillaje!

Me levanté y algo grosera, intentando imitar el comportamiento característico de Max le dije: Si él - señalando al susodicho- puede llevar maquillaje, yo también.

Roz era una señora muy terca, pero sabía que tenía razón en lo que decía así que dijo:

- Entonces ambos se sacan el maquillaje

Max le echó una mirada cargada de furia - ¿Por qué tengo que hacer lo que me dice? ¡Usted no es mi madre!

- Porque ahora tu cuidado depende de mí y ahora esta es tu casa, retrucó Roz

Max, furioso - ¡Esta no es mi casa, no se parece en nada a la mía, este lugar es horrible y, y - tuvo que contener quién sabe qué insultos tendría guardados. Pateó una silla y salió al patio -

Me levanté de la silla y Sam me tomó del brazo:

- ¡No vas a ir allá Alma!

- Sí voy a ir.

- Ese chico parece peligroso ¡Vos te quedas acá conmigo!

- Soltame, voy a ir igual. -imitando inconscientemente el comentario de Max- No sos mi mamá para decirme qué hacer.

Está bien, reconozco que mi actitud no fue buena. Ella sólo trataba de protegerme pero cuando tengo algo en mente no me gusta que intenten detenerme. Salí al patio y lo encontré a Max llorando, sentado en un banco, ocultando su cara con sus manos. Me senté a su lado y tocando su hombro solté un:

- Lo siento, esa discusión fue mi culpa.

- Me miró con enojo pero a su vez con debilidad y se limitó sólo a eso -

- ¿Podemos empezar de vuelta? Yo soy Alma, y tu nombre es...

- Se secó las lágrimas, aunque mostrándose todavía rudo - ¿De verdad vamos a hacer esto?

- Bueno, tenés razón yo sé tu nombre y vos sabes el mío y...

- interrumpiendo-  ¿Qué es lo que querés de mí?

- sorprendida, arqueando las cejas - Yo solamente quiero ayudarte. Ésta, lo quieras o no, es tu nueva casa y uno no puede vivir en su propia casa sin hablar con nadie. Puedo ver que te mostras como un chico malo pero que en realidad no lo sos, estás triste porque esto es totalmente nuevo.

-interrumpe- ¡Vos no sabes nada de mí!

A pesar de que luego de eso Max se largó, poco a poco estaba dejando ver lo que guardaba adentro y yo estaba decidida a hacer que se abriera completamente y a que cambiara su visión de las cosas. No me iba a rendir y menos habiendo observado su lado sensible y sabiendo que no era tan rudo como quería hacerse ver. Esto no iba a quedar así.




Nefelibata (Ganador Letters Awards 2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora