"No es un adiós, es un hasta luego"

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Estuve mirando la hoja en blanco de este cuaderno por horas. Almorzando en la sala principal llevé el cuaderno y lo miré, lo mismo hice en el patio, sin saber qué escribir más que "extraño a Sam". No me malinterpreten, estoy muy feliz por ella y por su padre que pudo recuperarse pero el arcoíris no es el mismo sin su presencia. Sólo escribo en su honor, porque ella me regaló este cuaderno y, al irse me hizo prometer que seguiría escribiéndolo porque así, (según ella) algún día llegaría a escribir historias maravillosas. La despedida fue horrible, es decir ¿Qué despedida no lo es? ambas lloramos pero ella prometió venir a visitarme cuando pudiera y yo intenté mostrarme fuerte para no arruinar su felicidad. De todos modos, voy a explicar lo que sucedió antes y el día que se fue, para que el acontecimiento resulte más comprensible: 

Unos meses atrás:

Estábamos charlando en la cama de la habitación de Sam cuando María entró muy agitada, casi como si hubiese corrido una maratón:

- ¡Sam! ¡Sam! - intentando respirar para poder hablar - Me dijeron -pausa-  que tu padre ¡Despertó!

- ¿Q- Qué? ¿De verdad? - anonadada - Bueno, tengo que salir de aquí e ir a buscarlo al hospital y, y debemos llevarlo a casa ¿no es así?

Mary cerró la puerta y se agachó en frente nuestro - Todo a su tiempo mi cielo, tu papá despertó hace apenas unas horas y está bien pero va a necesitar un tiempo para recuperarse totalmente... y es por esto que les quiero pedir - en ese momento se dirigió  también a mí - que por favor mantengan esto en secreto, Cassandra podría enojarse mucho conmigo si se enterara.

- ¿Y cuánto va a tardar en recuperarse?

- No lo sé chiquita, pero dentro de un tiempo vas a estar en casa con tu papá - le acarició la mejilla - ahora debo seguir con mi trabajo 

- Gracias Mary, dijo Sam con los ojos repletos de lágrimas

- ¡MI PAPÁ SE DESPERTÓ, ÉL SE DESPERTÓ! - me sacudió sosteniendo mis hombros - NO LE PASÓ NADA MALO.

La felicidad de Sam era tan contagiosa que unas lágrimas de felicidad también corrieron por mis mejillas. En aquel momento no caí en la cuenta que dentro de unos días ella no estaría en el arcoíris. Y mucho menos, en que esos días pasarían tan rápido. De todos modos dije:

- Y como dentro de un tiempo vas a salir de este "detestable lugar", según tu punto de vista ¡hay que aprovechar al máximo los días que tengamos juntas! dije en un tono jovial.

- Ahh si... - dijo Sam un poco desanimada. Ella había caído en la cuenta de que ya no me vería tan seguido

- La tomé por los hombros - Sam, no es momento de estar triste. Además me vas a venir a visitar de vez en cuando ¿no? Nosotras nunca vamos a dejar de ser amigas, pase lo que pase. ¿Me lo prometes?

- Te quiero - me abrazó a la vez que lloraba. 

Me partió el alma, nunca la había visto así. Eso provocó que saltaran un par de lágrimas de mis ojos pero no lo iba a permitir, no iba a dejar que mi amiga se sintiera triste. 

Así fueron pasando los días y estábamos juntas desde que nos levantábamos hasta irnos a dormir, sólo nos separábamos en momentos muy particulares. Jugábamos en el patio, dibujábamos, y las dos acordamos hacernos una carta, así cuando Sam estuviera fuera del arcoíris yo leería su carta y sentiría su presencia y lo mismo haría ella conmigo. 

1 día antes de la partida de Sam:

Afuera hacía mucho calor así que mi amiga y yo nos encontrábamos mirando la televisión en la sala principal acompañadas de nuestro fiel amigo, el ventilador de piso. Es de esos que se mueve de un lado para el otro, de ese modo, Sam y yo realizábamos movimientos con la cabeza buscando con desesperación el viento que producía.

Unas horas antes yo había planeado una fiesta de despedida sorpresa para Sam, así que, en la hora de la cena saldrían todos los niños de sus cuartos con cotillón, creando un ambiente festivo y alegre. Ella no sospechaba ni un poco, creía que estaban todos durmiendo la siesta, producto del insoportable calor. Pero mi amiga, siempre tan aguerrida, no iba a dejarse vencer por "la siesta" su gran enemiga. "Dah la siesta es para viejos", la escuchaba a veces decir.

Ya estaba oscureciendo cuando...

*Ruidos festivos*

Sam se dio vuelta, de manera vaga:

 - ¿Q-qué?

Comenzaron a verse los niños, habiendo dejado atrás el pasillo y llegando en ese momento a la sala de estar. Mateo había tenido la idea de comprar envases con espuma y había podido llevarla a cabo gracias a María pero su idea no había quedado ahí, así que prosiguió llenando de espuma a Sam. De ese modo empezamos a jugar todos, para mi amiga no había mejor juego que ese: requería ensuciarse y divertirse al mismo tiempo. En ese momento llegó Max y se ocupó de su trabajo: Dj de la fiesta. Bailamos y nos la pasamos como nunca antes. Casi al finalizar la fiesta, propuse un brindis y dediqué unas palabras de despedida a mi fiel amiga:

 "Sam, esta es una frase que leí el otro día en un libro que me prestó Mary y la anoté porque me recordó a nosotras: 

 La magia de conectar con quien menos se parece a ti, la magia de recibir ayuda de quien menos te lo esperas, la magia de crear un nuevo recuerdo cuando solo olvidas y la magia de saber que te deparará el futuro.
 
 
El día que te conocí estabas haciendo una de tus travesuras y "te ayudé" -pausa- bueno en realidad simplemente no te mandé al frente pero prometimos proteger nuestras espaldas siempre y así será; ya sea aquí o en dondequiera que estemos y también hicimos un pacto para ser siempre amigas a pesar de todo. Te deseo con mi corazón - la tristeza se apoderó de mí - que todo vaya bien en el mundo de afuera, y que seas feliz junto a tu padre. Te quiero"

El día llegó

Eran las 2 AM y no podía pegar un ojo, supuse que mi amiga tampoco así que fui a su cuarto y pasamos la noche juntas. Nos dormimos a las 5 AM y nadie nos regañó debido a que entendían la situación, incluso Cassandra. Todos en el arcoíris sabían del inmenso cariño que nos teníamos la una a la otra.
 A las 2 de la tarde el padre de mi amiga pasó a recogerla. Era un hombre alto y de pelo castaño, parecía una buena persona. Me llamó la atención cómo hablaba y a Sam también ya que después de abrazarlo y saludarlo ella rió y le dijo inocentemente "¿Papá por qué hablas así?"

- Son secuelas de la enfermedad. Dormir tanto tiempo tiene sus consecuencias, hizo una mueca graciosa mirándonos a ambas

Sam se sintió avergonzada al principio, lo noté en su cara, pero enseguida su padre supo cómo hacerla reír.

- Bueno señorita, dijo Rubén - creo que ya es hora de partir

Sam me abrazó de tal manera que parecía no querer soltarme

- Siempre juntas - me tendió su mano con saliva

- Siempre juntas - estreché mi mano con la suya.

Nefelibata (Ganador Letters Awards 2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora